El recinto Feira Internacional de Galicia de Silleda se blindó ayer para impedir que las protestas de los afectados por las preferentes accediese al auditorio en el que los populares pontevedreses celebraban su congreso.

El traslado del acto de Pontevedra a Trasdeza hecho público solo 24 horas antes de la reunión para la reelección de Rafael Louzán al frente del PP de Pontevedra consiguió que los políticos solamente viesen a los manifestantes desde sus coches, lejos de los puntos del recinto en los que se concentraron centenares de vecinos de numerosas zonas de la geografía gallega, que se dispersaron en grupos por los aledaños del recinto. Decenas de agentes de la Guardia Civil controlaron las áreas de acceso al recinto, tanto desde en la N-525, la autopista o las calles aledañas del casco urbano silledense, cuestión que provocó las quejas vecinales al no poder transitar por en el entorno de O Castro y Outeiro. Las protestas se concentraron en cinco puntos del exterior del recinto.

En torno a las 9.00 horas llegaron los primeros grupos de afectados, procedentes de Vigo y durante la mañana hubo un goteo constante de gente de las plataformas de preferentistas llegados de Gondomar, Nigrán, Santiago, Arousa, la comarca de O Paradanta, Carballo o A Estrada. "Hacer el congreso, precisamente hoy, es una provocación. No tienen vergüenza, sobre todo después de que esta mañana leyésemos en la prensa que habrá una quita y a saber qué pasará en el futuro", afirmaba un grupo de personas concentradas en la rotonda de acceso a la autopista.

Gran parte de los ciudadanos concentrados eran jubilados que habían confiado sus depósitos a Novagalicia Banco. El desproporcionado dispositivo de seguridad fue tal que llegó a sorprender a los manifestantes. "Nosotros no hemos robado nada, somos gente normal a la que nos han dejado sin un duro", gritaba una mujer de Gondomar a un agente de la Benemérita. Por dentro del recinto de la Semana Verde se movía sin cesar el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Antonio Coello, que se encargó personalmente de coordinar un operativo con decenas de agentes -también de la Policía Nacional y policías de paisano- que convirtieron el recinto en un búnker reservado a políticos. Las bocinas, silbatos, bombos y otros útiles con los que hacer barullo fueron las únicas herramientas que los desesperados preferentistas tenían para hacerse ver y reclamar sus derechos.

Ya a última hora de la mañana eran al menos ocho los autobuses estacionados en las calles del casco urbano, mientras los afectados trataban de acceder al interior de la feria o al menos cortar el tráfico en la vía que une el peaje de Ponte con la entrada al recinto. Pero, pese a que según la organización, la manifestación estaba autorizada, las fuerzas de seguridad solo dejaron a los ciudadanos moverse por los viales exteriores. Entre los afectados se dejó ver el portavoz del BNG silledense, Matías Rodríguez da Torre, acompañado de otros miembros del Consello Local.

Aunque no hubo momentos excesivamente tensos, los preferentistas derribaron vallas y destrozaron un cierre metálico del recinto para acceder al interior, aunque esta acción fue reprimida sin violencia por la Benemérita. Los silbidos se intensificaron cuando alguno reconoció el vehículo oficial del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y un joven fue detenido por arrojar agua en una lata de combustible a un agente. Entre los incidentes cabe destacar, además de algún mareo, que una mujer tuvo que ser evacuada en ambulancia al sufrir una crisis de ansiedad.