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Los visitantes echan de menos más aparcamientos disuasorios y asientos para los mayores

Otra de las sugerencias que realizan es mostrar los platos en fotografías para orientar al consumidor antes de comprar

Los cocineros sirven unas raciones de arroz de mariscos, ayer. // Muñiz

Los visitantes asumen que en una fiesta multitudinaria como la de O Grove aspirar a llegar con el coche a la puerta del recinto ferial es una quimera, a no ser que se arribe a la localidad a la hora del desayuno. Aún así, algunos comensales consultados ayer por este periódico afirmaron que el aparcamiento es una cuenta pendiente de la Festa do Marisco, no tanto porque es insuficiente -lo cual es lógico debido a la aglomeración de gente y al hecho de que el de O Grove es un casco urbano muy compacto y lleno en algunas zonas de estrechas callejuelas- como por la falta de información sobre los eventuales aparcamientos disuasorios.

"En fiestas de este tipo el Ayuntamiento debería llegar a algún tipo de acuerdo con propietarios de solares vacíos para habilitar aparcamientos o, por lo menos, señalizar correctamente las zonas donde será más fácil encontrar plaza", afirma un visitante.

A mediodía, ayer, era muy complicado encontrar un espacio libre para el coche a menos de un cuarto de hora caminando de la explanada de O Corgo donde se desarrollaba la fiesta. Pero, más que la distancia, lo que incomodaba a algunos conductores es que no se dirigiese el tráfico hacia las eventuales bolsas de aparcamientos o las zonas del entramado urbano menos colapsadas. Eso habría evitado a más de uno, en su opinión, la tentación de probar suerte por las callejuelas más próximas a O Corgo y el mal trago de tener que recorrer en caravana la carretera que va por orillamar, y que discurre por delante del recinto ferial.

"El aparcamiento sí que es complicado, pero es lo normal en este tipo de fiestas", sostenía por su parte Joaquín Alonso, de O Barco de Valdeorras (Ourense).

El Ayuntamiento ha cedido a una entidad deportiva la explotación de la finca de Don Jacobo, que tiene una superficie de unos 4.000 metros cuadrados, mientras que la asociación de padres de alumnos del colegio Rosalía de Castro también habilitó un estacionamiento. Éste lo publicitaban en los cruces del centro urbano grupos de niños vestidos con chalecos reflectantes y armados con pequeños carteles de "parking" . El precio del estacionamiento en estos aparcamientos disuasorios rondaba los tres euros por todo el día.

Asientos

Una de las particularidades de la Festa do Marisco que más llama la atención del público, para bien o para mal, es que en la carpa se come de pie. Una tradición en O Grove que tiene su lectura práctica, pues evita que algunos comensales se acomoden en su sitio y echen horas a la mesa. Al estar de pie, y por lo tanto más incómodos, se facilita el movimiento de gente y se evita que los que van llegando tengan que esperar demasiado por encontrar un sitio para comer.

No obstante, el valenciano José Carlos Morán considera que sería bueno habilitar asientos en algunas zonas determinadas, "para que las personas mayores puedan comer tranquilas". Morán realiza otra propuesta que, bajo su punto de vista serviría para mejorar la fiesta. "Creo que sería bueno que en la zona de venta de los tiques pusiesen una foto de cada plato para que los que conocen menos el marisco identifiquen cada plato y también sepan el tamaño de la ración".

De hecho, afirma que lo que hicieron él y el grupo con el que se desplazó hasta O Grove fue dar una vuelta por la carpa antes de acudir a los mostradores a pedir, para de ese modo hacerse antes una idea de lo que era producto y de su presentación.

Valoración positiva

La valoración de los comensales consultados por FARO fue positiva. Joaquín Alonso y María Luisa Álvarez son una joven pareja de O Barco de Valdeorras que acudían por primera vez a la fiesta de O Grove. Ya la conocían, pero nunca habían tenido la ocasión de desplazarse hasta O Salnés. Este año, sin embargo, estaban en Santiago y consideraron que era la oportunidad ideal de probar el marisco arousano. Mientras esperaban en la cola a comprar los tiques, Alonso manifestó que "lo que hemos visto de la fiesta nos parece bien, y el marisco no es caro. Hace tiempo fuimos a una fiesta parecida en Raxó y las raciones costaban más".

Raquel Seoane acudió con otras tres personas (dos parejas) desde Santiago. Ya conocían la fiesta -estuvieron en media docena de ediciones-, y les parece "fantástica". "La comida está muy buena, y este año incluso nos ha sido más fácil que otros coger la comida. Otros años había más colas".

También quedaron sorprendidos con la fluidez del despacho de tiques y comidas Juan Carlos Lorente y José Carlos Morán, que viajaron a O Grove desde Valencia. Lorente afirma que "es el primer año que venimos, y no será el último". Asegura que "la calidad de la comida es muy buena" y que "aunque pensamos que habría muchas colas y agobios, todo ha ido muy bien". Él y Morán viajaron a Galicia con sus respectivas familias en autocaravana, y dice que "aparcamos bien, aunque vinimos temprano".

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