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Alberto González-Garcés Santiso

Me puse la cuarta dosis

Fui a ponerme la cuarta dosis de la vacuna de la COVID. Como las otras veces fui al IFEVI. Pero de otra manera distinta. Con otra tranquilad. Más sosegado y sabiendo, por experiencia, como es el proceso.

Cómo no recordar los miedos de 2020. Sin saber muy bien qué pasaba ni cual era la solución. Nuestra sorpresa y alegría cuando felizmente aparecieron, muy pronto, las primeras vacunas. Aún con cierta desconfianza por parte de algunos que discutían sobre su eficacia y sobre la calidad y bondades y defectos de las distintas compañías farmacéuticas o tipos de vacunas. En aquellas fechas aprendimos concienzudamente como el ARNmensajero diseñado por ingeniería genética induce a nuestro cuerpo a producir las proteínas de las espículas del SARS-CoV-2 y como nuestro sistema inmune reconocería esta proteína como extraña y produciría anticuerpos y células T activadas para defenderse…

Ahora, para la cuarta dosis no me preocupé de repasar los mecanismos que usa nuestro sistema inmunológico para luchar contra los virus de la COVID-19 ni de saber de qué laboratorio farmacéutico era la vacuna que me ponían (a mí que me pongan de la buena, pensaba en mi ignorancia las primeras veces). Recorrí las naves vacías del IFEVI con toda seguridad y confianza, qué distintas a como estaban hace unos días rebosantes de actividad durante la Feria CONXEMAR. Hice la cola tan ordenadamente como el resto de los candidatos a ser vacunados. Todos del mismo rango de edad, no era necesario preguntar qué edad tenían las otras personas de la fila, todos teníamos la misma. Y con el sorprendente orden de los teóricamente desordenados latinos, fuimos pasando los puntos de organización y control.

Cuando llegué al punto de vacunación simplemente mostré mi código QR y descubrí mis dos brazos. Por favor, póngame también la de la gripe. No pregunté de qué laboratorio era cada una de las vacunas que me ponían ni cuál era el proceso posterior. Ya lo sabíamos todos. A pesar de la rutina, las sonrisas de las personas de la organización y del personal sanitario de vacunación estuvieron presentes en todo momento. Admirable. Atender a cientos de personas durante horas manteniendo la profesionalidad, la amabilidad y la sonrisa, a mí me parece admirable. Yo también sonreí y agradecí innumerables veces su trabajo a todos ellos.

Y al sistema. Voy, todo funciona, me atienden con organización y cortesía sintiéndome cuidado y protegido. Bendita sanidad pública española.

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