Aunque no tuvieron ningún protagonismo en la revuelta, tanto Alfonso Castelao, jefe de negociado en Estadística, como Alexandro Bóveda, jefe de contabilidad en Hacienda, fueron removidos de sus puestos oficiales. A principios de noviembre, recibieron las órdenes de su traslado forzoso en aras a unas inexistentes "necesidades del servicio". Castelao marchó a Badajoz y Bóveda a Cádiz, lugares bien alejados de Pontevedra.

Aquellos traslados se consideraron una especie de confinamientos encubiertos, aunque con libertad de acción, porque nunca pesó sobre ambos acusación judicial de ningún tipo. Esa circunstancia les permitió regresar en vacaciones o con permisos reglamentarios.

Castelao no consiguió la vuelta a su puesto en Pontevedra hasta septiembre del año siguiente, mientras que Bóveda escalonó su ansiado regreso. Primero solicitó y obtuvo un traslado de Cádiz a Madrid en junio de 1935, y cuatro meses después logró la plaza de interventor en la Subdelegación de Hacienda de Vigo.