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Cincuenta años de Aimen, cincuenta años de Vigo

El momento era oportuno porque en los años 60 la industria gallega crecía de forma muy importante

El 8 de agosto de 1967, en breves días hará 50 años, se celebró en la Sede de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Vigo la Asamblea General constitutiva de la Asociación de Investigación Metalúrgica del Noroeste (Aimen) bajo la presidencia de Enrique Lorenzo, uno de los empresarios vigueses más destacados, en la que se eligió el Consejo Directivo formado por muy significados empresarios vigueses, entre los que se encontraban Alejandro Barreras Barret como vicepresidente y como vocales Manuel Sanjurjo Aranaz, Eduardo Sánchez Pérez, Jesús Freire Costas, Diego Pazo Montes, Juan Manuel Andrade Cimadevilla y José Ángel González. Aimen nació con el respaldo de los representantes de las instituciones locales como el alcalde de Vigo, José Ramón Fontán, y el presidente de la Cámara de la ciudad, Fernando Conde, para crear en Galicia un Centro avanzado de Investigación y Desarrollo que sirviese de apoyo a la industria viguesa, que en aquellos momentos estaba muy concentrada en un potente complejo mar-industria formado por la construcción naval, pesca, salazón y conserva, fábricas de envases, motores marinos diésel, fundición y metal mecánica, y, además, acababa de crearse la planta de montaje de automóviles Citroën Hispania, haciendo de la ciudad de Vigo un enclave estratégico en el proceso de industrialización de Galicia.

El momento era oportuno porque en la década de los 60, las industrias tradicionales gallegas estaban inmersas en procesos de crecimiento muy importantes debido a la modernización de la sociedad española, que deparó años de bonanza y profundos cambios sociales, a pesar del inmovilismo de la época, y, por lo tanto, existía un entorno socioeconómico favorable del que también participó Galicia. Además, toda la industria gallega pertenecía a sectores que en muy pocos años estarían sometidos a grandes cambios tecnológicos. Recordemos, por ejemplo, que en Vigo se estaban empezando a construir buques de pesca muy potentes, especialmente congeladores, preparados para faenar en aguas lejanas gracias al nacimiento de importantes grupos empresariales dedicados a la pesca industrial como Pescanova en los que los barcos eran un eslabón estratégico. Astano, en Ferrol, se estaba orientando a la construcción de cargueros y petroleros de gran tonelaje gracias al crecimiento del tráfico marítimo de mercancías, alcanzando su punto álgido unos años más tarde con la construcción de los primeros superpetroleros, con más de 200 metros de eslora, como consecuencia del cierre del canal de Suez. Los astilleros de Hijos de J. Barreras en Vigo estaban también empezando a construir las primeras plataformas off-shore y en toda España y Europa se estaban construyendo refinerías de petróleo y plantas químicas y, unos años más tarde, plantas nucleares. Era, por consiguiente, el momento de crear en Galicia un Centro de Investigación que fuese capaz de apoyar tecnológicamente el crecimiento de su industria tradicional, servir de acogida a la industria naciente y preparar a ambas para los nuevos retos tecnológicos que iban a presentarse. Por eso la visión de este grupo de empresarios merece hoy todo nuestro reconocimiento.

La dirección del nuevo Centro fue ocupada desde el primer momento por el profesor Armando Priegue, que se había formado en el célebre Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston y que durante sus casi 28 años en los que estuvo al frente del Centro. Hasta su fallecimiento, estuvo siempre asesorado por prestigiosos metalurgistas nacionales e internacionales a los que desde aquí quiero rendir un homenaje público, especialmente al profesor Felipe Calvo, ya fallecido, Catedrático de Metalurgia de la Universidad Complutense de Madrid y primer rector de la Universidad de Alcalá, al profesor José María Guilemany, catedrático de la Universidad de Barcelona, al profesor Morrogh de la Universidad de Cambridge y al profesor Minkoff de la Universidad de Haifa en Israel.

Para realizar su actividad se habilitaron los bajos y sótanos de la Escuela de Peritos Industriales, único centro de enseñanzas técnicas que existía entonces en Vigo, gracias a la intervención decidida del profesor Masaguer, entonces rector de la Universidad de Santiago de Compostela, con la condición de que debía desarrollarse una misión docente y formativa complementaria a la investigadora. Así fue y, desde entonces hasta la actualidad, muchos alumnos de la Escuela de Ingenieros Industriales realizaron sus prácticas y un número muy elevado de sus investigadores de plantilla se formaron como ingenieros en la Universidad de Vigo.

Y así nació Aimen, el primer centro de investigación y tecnológico de Galicia, con la apuesta decidida, de un gran número de entidades locales, regionales y nacionales, además de los empresarios vigueses. Los sucesivos presidentes de Aimen fueron siempre destacados empresarios vigueses, tales como, además del propio Enrique Lorenzo, Manuel Sanjurjo, Alejandro Barreras y Jesús Freire.

Así pues, aunque de una manera silenciosa, como corresponde a un centro de investigación empresarial, pero eficaz a la hora de encarar y ayudar a resolver los grandes retos tecnológicos que la actividad económica planteaba en cada momento, la historia de Aimen, estuvo siempre ligada al devenir económico e industrial de Vigo durante estos últimos cincuenta años, aunque como muchas empresas viguesas tuviese que trasladarse a partir de los años 90 a su zona de influencia metropolitana, en este caso, primero al polígono de Torneiros en Porriño en el año 1995 y años más tarde al polígono empresarial de Cataboi, también en Porriño para crear su segundo centro de trabajo, el Centro de Aplicaciones Láser, debido a que su fuerte crecimiento necesitaba unas instalaciones más amplias capaces de albergar todo el equipamiento científico de que disponía y al mismo tiempo superar la etapa de provisionalidad de ocupar unas instalaciones cedidas por la Universidad.

Hoy Aimen es una pujante realidad integrada por más de 100 empresas asociadas, la mayoría de ellas viguesas, pertenecientes a todos los ámbitos de la actividad económica desde la automoción, construcción naval, metal-mecánica hasta aeronáutica y energía, dedicada esencialmente a la investigación de nuevos materiales con capacidad no solo de revolucionar la industria sino de cambiar nuestras vidas, y a la fabricación avanzada 4.0 que tendrá un fuerte impacto en el modelo productivo futuro de nuestras empresas, sin descuidar la prestación de servicios tecnológicos de alto valor añadido que permiten la mejora de la competitividad de sus empresas asociadas y por extensión la competitividad gallega y española. Tiene una plantilla de 200 investigadores de primer nivel de los que aproximadamente un 10% tienen nacionalidades distintas a la española y desarrolla su actividad en más de 25 países. Hagamos votos porque su vida se prolongue, al menos por otros cincuenta años más para seguir sirviendo a Vigo y a Galicia.

*Presidente de Aimen. Catedrático Emérito de la Universidad de Vigo y Miembro Numerario de la RAGC

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