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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El transporte

El presidente de la Fegamp -la Federación de Municipios y Provincias de Galicia- acaba de mostrar un inteligente escepticismo acerca de las intenciones de la Xunta sobre la reforma del transporte interurbano. Tras una reunión con la conselleira Vázquez, don Alfredo García no quiso hacer crítica descalificante, pero tampoco se cortó un pelo al advertir de que si no se le da solución urgente a la situación actual, las perspectivas aún pueden empeorar. Y advirtió, seriamente, de que ese escenario es inaceptable, pero más que probable a día de hoy.

Y es que el señor García recordó que en este momento un gran porcentaje de las líneas está sin servicio, y que, allí donde lo hay, la media es inadecuada, por no ser más contundente. Y que las empresas concesionarias, responsables -con la Xunta- de ese estado de cosas, ni dan servicio ni permiten que otros lo hagan. Y se cita a la Xunta como coautora del caos porque, a pesar de la negativa patronal, poco hizo para obligar a que cumplan su contrato. Y no niega, el presidente de esa Federación Municipal, que la Consellería busque salidas: solo pretende que las encuentre lo más rápidamente posible.

Es verdad que el ejecutivo que preside el señor Núñez Feijóo ha pedido la colaboración de la Fegamp y también que esta no se ha cerrado en banda, pero resulta evidente que el problema ha de ser planteado y resuelto -o al menos necesita una fórmula aceptable para todos- de forma que los gallegos, especialmente los del rural, dispongan de un servicio básico no ya para no hacer de sus vidas un episodio permanente de ansiedad, sino para cumplir otros objetivos, entre ellos -y aunque parezca un contrasentido al hablar de transporte- fijar la población en ese mundo muchas veces olvidado que es el rural gallego.

Conste que la solución no puede retrasarse ad calendas graecas; además del plan que el Consello de la Xunta y su titular anunciaron con plazo fijo, la situación misma -la legal y la fáctica- no admite más demoras. Con el agravante de que, a diferencia de los aeropuertos, en esta materia es más que probable que la alta velocidad ferroviaria no represente elemento de salida para el problema. Porque es precisamente en las zonas a las que no llegará, que son muchas más que las otras, en las que la comunicación precisa una mano que sepa facilitarla.

(Por cierto, que, hablando de ferrocarril, no ha mucho que el Grupo de En Marea -que, a pesar de sus defectos, no es un error continuado- aludió a la posibilidad de que se le preste atención a los trenes de cercanías y el aprovechamiento de lo que el AVE olvidará. Y si se tiene en cuenta que el ferrocarril, históricamente, resolvió una parte del acercamiento del país a la entonces modernidad, no hay razón para que ahora sea diferente.

¿No??)

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