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De las máquinas Kodak a las pastillas Witt

Droguería Moderna resultó desde sus inicios un comercio muy surtido, en donde podían encontrarse los productos más insospechados. Tan grande se antojaba su espectro comercial que no tenía fin. El ex voto pene en cera, con perdón, representa su última producción propia.

Desde muestrarios de papeles pintados para empapelar viviendas y locales, o hules de cama y mesa, hasta gotieras para luxaciones o fracturas de piernas y brazos, pasando por semillas de hortalizas y flores de temporada. "La de Luís Esteban", su denominación más coloquial, tenía a disposición de los pontevedreses todo lo que no tenían los demás. En caso de no encontrarse allí, muy difícilmente podía comprarse en otro establecimiento.

Cuando la farmacia de Luís Esteban no estaba ni tan siquiera en proyecto, Droguería Moderna ya vendía instrumental médico y ortopédico de marcas nacionales y extranjeras, con anuncio incluido en el boletín del Colegio Provincial de Médicos de Pontevedra desde 1925.

Admirado y patidifuso se queda cualquiera hoy al saber que las máquinas fotográficas Kodak fueron su primera gran exclusiva; una comercialización que contó en Pontevedra con un notable despliegue publicitario: "No se prive usted del placer de hacer fotografías", rezaban su principal reclamo.

Allí mostraban y vendían las "kodaks" desde 72 pesetas y las "brownies" desde 22 pesetas. Las primeras eran unas máquinas más sofisticadas, en tanto que las segundas eran las instantáneas. "Hoy usted aprieta el disparador, nos entrega luego sus papeles para revelar, y mañana le devolvemos sus bellas fotos terminadas". Toda una modernidad, sin duda, a principios de los años 30.

En cuanto a productos farmacéuticos, contó Droguería Moderna desde 1924 con la exclusividad de las célebres pastillas Witt, que estaban recomendadas para los problemas de riñón, vejiga o lumbalgia.

Igualmente despachaba el saco guardarropa "Siemprefino" de papel impregnado contra la polilla, para salvaguardar trajes, vestidos y pieles. "La polilla se morirá de hambre", sentenciaba su eslogan.

De la crema Bella Aurora para evitar las manchas en el cutis, a la loción Camomila Intea para aclarar el pelo o Sin Canil para tapar las canas, pasando por la colonia Varón Dandy o el masaje Floid, el jabón Lagarto, el limpiador Plus o la emulsión Scott. Tanto ayer como hoy el surtido de marcas y productos resultaba verdaderamente interminable.

Y otro tanto podía decirse de las sustancias químicas propiamente dichas: alcohol, formol, azufre, nimio, naftalina, brea, alcanfor, cera y un largo etcétera.

Antes y después de la Guerra Civil, se convirtió el Ayuntamiento de Pontevedra en su mejor cliente institucional, puesto que sus distintos servicios de Aguas, Abastos, Bomberos y demás, compraban allí sus productos básicos. Los alumnos de Restauración y Bellas Artes son sus nuevos clientes.

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