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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La torpeza

Uno de los consejos más sabios de cuantos se atribuyen a Séneca es el que explicaba a sus discípulos que para obtener el éxito lo mejor era resolver los problemas, no crearlos. Y, con todo respeto, debería aplicárselo el PP en la cuestión del Área Metropolitana de Vigo, que hoy vive lo que habría de ser una fiesta y amenaza con convertirlo en una bronca, aunque solo sea in absentia. Sería una torpeza, pero sorprendería a pocos, dados los precedentes sentados por ese partido allí.

Y eso que -conviene recordarlo-, la puesta en marcha parece que por fin definitiva tras casi tres legislaturas de idas y vueltas, se produjo después de que las dos máximas autoridades de la Xunta, presidente y vicepresidente, admitieron la necesidad de un cambio de estrategia hacia la ciudad más importante de Galicia y desbloquearon lo que hasta entonces parecía condenado a una hibernación definitiva.

Pero, por lo que se ve, la distensión puede durar poco. Primero, la cuestión del transporte interurbano volvió a enrarecer el ambiente y propició el episodio de la suspendida asamblea -decisión que el secretario municipal de Vigo consideró no ajustada a Derecho-, después la "espantá" de los representantes del PP y ahora la amenaza de no volver a las sesiones, lo que convierte el planteamiento, además de su torpeza, en casi un chantaje.

No se trata, conste, ni de interferir en un litigio cuya solución corresponde a otros, ni menos aún de dar a alguien toda la razón negándosela a los demás. Solo de reflexionar, desde una opinión personal, e insistir en la importancia estratégica que el Área tiene para la comarca -y para toda Galicia- y la grave responsabilidad en que incurrirá quien contribuya a su paralización, sea total o parcial.

Desde luego hay algo que sí se puede asegurar ya con rotundidad; que los habitantes de la nueva figura territorial no entenderían ni los motivos de un frenazo ni los argumentos que pudieran aportar las partes en conflicto -sobre todo las de quienes lo provocasen-, porque gran parte de ellos corresponderían no tanto a la defensa del interés general cuanto al empecinamiento casi infantil de posturas partidarias que a veces rozan el sectarismo.

Esa incomprensión resultaría mayor e inevitable además por la existencia en las estipulaciones fundacionales del Área de una cláusula según la cual en caso de discrepancia se acuerda su remisión a la vía judicial contencioso-administrativa. Aparte de que hay unas declaraciones del alcalde de Vigo afirmando que respetaría la decisión "sea cual sea". Por eso el PP debería, en el peor de los casos, tomar no el camino de la calle sino el del juzgado.

¿O no...?

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