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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La invasión

Así pues, convertida en "invasión" lo que no hace mucho parecía sólo una apuesta, no son pocos ya los que en Galicia manifiestan inquietud por el riesgo de que importantes empresas gallegas pasen a manos foráneas, sobre todo chinas. Y se debe esta especial referencia a la particularidad de que no pocas de estas firmas orientales son en todo o en parte propiedad de aquel Estado, lo que abre curiosas interpretaciones sobre el papel de Galicia en el expansionismo no sólo económico, sino también estratégico, del gigante asiático.

Conste que la opinión de quien escribe no pretende sustentar una tesis extraña sino subrayar preocupaciones que muchos gallegos pueden compartir no sólo por esa situación que, dicen algunos, podría beneficiar a este antiguo Reino, sino también porque afecta a los sentimientos de una parte notable del país. Es el caso de la venta del Real Club Celta, que se da por hecha y no sólo inquieta a varios de sus anteriores presidentes, sino a los aficionados, históricos y recientes, que temen por el futuro.

Y no ha de verse en esta reflexión crítica alguna al regidor actual, señor Mouriño, que no sólo ha hecho una gestión impecable en lo económico y en lo deportivo, dado que ha devuelto al club el equilibrio financiero y un lugar de honor en el deporte, sino recuperado del todo la relación de cariño y cercanía con miles de gallegos/as en la diáspora.

Claro que el señor Mouriño tiene derecho legítimo a la venta de sus acciones como y a quién le parezca mejor, una vez intentado que sus hijos siguiesen su estela o que algún grupo diferente comprase sus acciones. De modo que ni un reproche, aunque sea una pena, para don Carlos. Si acaso, lamentar que nadie de aquí pueda -o quiera- tomar el relevo.

Pero más allá, y en lo trascendente económico, se confirma que Galicia, aparte del balompié, es atractiva para los inversores extranjeros. Hasta el extremo de que una parte más que significativa de sus empresas de referencia ya están en manos foráneas, chinas o no. Y eso, que trae beneficios a corto plazo y no implica -de momento- deslocalización, supone que la propiedad cambia de manos ahora y quizá en el futuro de objetivos y/o dimensiones.

En ese sentido, y a pesar de que el margen de maniobra del modelo actual deja poco margen al intervencionismo público, no estaría de más que el Gobierno central y la Xunta explicasen con cuidado y detalle si esa "invasión" es o no un riesgo -"pan para hoy y hambre para mañana"- y aporte tranquilidad a los ciudadanos que aquí habitan. No vaya a ser que dentro de un tiempo lo lamenten.

¿Eh...?

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