El veranillo de San Miguel se saldó, como siempre, con sol y muy buen tiempo, así que el escepticismo de Trump es más cierto que el fundamentalismo de esos 400 científicos que le han enviado una carta exigiendo que rectifique sus opiniones. Qué gente, en manada, como los lobos y más dogmáticos que Savonarola: habrían quemado vivo a Galileo sin dudarlo.
Superado el test hay que estar atentos a lo que ocurra mañana ya que el yuan chino ingresa en la cesta de monedas que determina el valor de los Derechos Especiales de Giro del FMI. Palabras mayores.
El yuan se usa ya como moneda de reserva en 40 bancos centrales. Y el comercio Sur-Sur cada vez es más importante a nivel mundial: ha pasado de suponer un 7 por ciento en 1986 a un 24 por ciento en 2010. Paralelamente, el comercio Norte-Norte ha retrocedido hasta el 36 por ciento.
La pugna entre Clinton y Trump reproduce la batalla desatada en la Alemania de entre guerras entre el capital financiero y el capital industrial. Con millones de obreros en sus filas, ganaron los fábricas a los bancos, y para crecer -o para no ahogarse, que es lo mismo- lanzaron una terrible contienda global. Esa fue la clave del nazismo.
El yuan al alza es señal inequívoca de un escenario multipolar. Y las políticas proteccionistas como respuesta a la globalización conducen a la guerra.
Señores científicos, siempre en rebaño, Trump no es temible por sus opiniones sobre el cambio climático sino porque las utiliza como argumento contra China y en general contra el libre comercio.
