Uno de los asuntos abordados en la reunión anual del Foro Económico de Galicia celebrada esta semana en A Toxa fue el de la reforma de la financiación autonómica. Frente a lo que muchos suponen, el sistema actual trata comparativamente bien a Galicia. Fundamentalmente, porque en el pasado se negoció bien durante el traspaso de competencias y en las sucesivas reformas del sistema. Obviamente, esta conclusión es compatible con el argumento de que el sistema actual padece de deficiencias serias y que su reforma es necesaria. El problema para Galicia es que esa reforma no está exenta de riesgos reales de perder posiciones relativas: el sistema podría cambiar a mejor globalmente, pero Galicia podría salir perdiendo en términos comparados.
La explicación fundamental se halla en el gráfico adjunto, en el que se ordenan las Comunidades Autónomas de régimen común en función de su capacidad tributaria (línea azul) y en la que se refleja la financiación por habitante que proporciona el sistema actual (línea naranja). Galicia cuenta con una capacidad fiscal por debajo de la media y lejos de Cataluña y Madrid, pero el sistema le proporciona unos recursos por habitante por encima de ambas; en buena medida, porque el sistema ya reconoce que el envejecimiento y la dispersión poblacional encarecen la prestación de servicios. Y los mecanismos de nivelación se encargan de compensarlo.
Todo lo que suponga reducción en los flujos fiscales interregionales nos perjudica. Y aquí aparece la extensión del sistema foral a otras comunidades y la idea de la nivelación parcial. A Galicia le interesa una administración fuerte y con capacidad redistributiva, no la lógica confederal que conlleva el sistema de concierto. En segundo lugar, sería un retroceso que solo la población total fuese tenida en cuenta como criterio de reparto, orillando los sobrecostes derivados del envejecimiento y la dispersión. Finalmente, toca frenar el deterioro inexorable del Fondo de Compensación interterritorial. Sin duda, en este frente es el que se adivinan mayores posibilidades de conseguir recursos adicionales si se lograse abrir el debate.
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Desde luego, sería bueno que el Parlamento gallego unificase una posición al respecto de todo lo anterior y que ese consenso se trasladase hacia arriba en las estructuras de todos los partidos con presencia en el Congreso.
*Director de GEN (Universidade de Vigo)
@SantiagoLagoP
