El gobierno de Vilagarcía se ha visto obligado a sacar toda la artillería administrativa para encontrar una salida al tremendo lío que se ha creado con la licencia al centro comercial proyectado en terrenos de Megasa. Resquicios legales siempre existen e interpretaciones, numerosas y contradictorias. Pero la razón debe imperar y para ello, el sentido común es la clave.

Ha habido muchos errores en los últimos meses y seguir cometiéndolos solo supone derrochar recursos, tiempo y dinero.

Es posible que Vilagarcía no esté necesitada de un centro comercial a mayores y que su existencia suponga una tremenda competencia para el comercio establecido, que tendrá que ponerse las pilas para sostenerse en un mercado fagocitante.

El gran problema de los gobiernos es el de adquirir compromisos de difícil cumplimiento o con base en una explicación que agrade a todos.

Seis meses después de las elecciones se observa que la idea de frenar el centro comercial a toda costa no era tan sencillo como auguraba el PSOE, el Ayuntamiento de Vilanova o los propios comerciantes.

El rechazo y la preocupación es lícita pero siempre que se actúe con criterio justo.

No parece lógico que haya un sepulcral silencio cuando el proyecto va en la rotonda de la avenida de Cambados y se conteste si es en As Carolinas. Tampoco que nadie haya alzado la voz cuando han abierto grandes superficies asiáticas en Rubiáns, se construye una enorme ferretería o se deja que proliferen almacenes de comida. Solo se pide coherencia.