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Ceferino de Blas.

El tiempo glorioso del consulado

Está por escribir la historia del Consulado en Galicia y en Vigo. Hubo un tiempo en que tenían cónsules no solo las grandes ciudades, sino incluso poblaciones como Tui o A Guardia, por su carácter fronterizo.

Pero por su relevancia comercial y estratégica, Vigo siempre ha sido la principal sede consular gallega. En los años de la Gran Guerra (1914-1918) cobró un enorme protagonismo. Lo recordaban días atrás dos profesores universitarios, estudiosos del espionaje bélico, a propósito de la aparición de un libro sobre Vigo en la II Guerra Mundial.

Los grandes países como Inglaterra, Francia, EE UU, Italia, y por supuesto Portugal, tenían cónsules profesionales. También alguna de las naciones iberoamericanas. Las medianas y pequeñas tenían representantes locales, siempre personalidades destacadas.

En el periodo bélico, hasta alguna de grandes naciones estuvieron representadas por vigueses, como Alemania (Fernando Bárcena) o Rusia (Tapias) y medianas como Austria (Manuel Posada) o Bélgica, con José Barreras Massó, el gran patrón de las industrias pesqueras, que una década más tarde incorpora al sector a Valentín Paz Andrade, cofundador de Pescanova.

Por cierto es un cónsul de Chile, Ernesto Cádiz, quien en 1922 idea y promueve el periódico "Galicia", cuya aparición reactivó el periodismo, la política y la vida cultural viguesa. Y con el que llega a la ciudad Paz Andrade.

Pero volvamos al trascendental periodo de la Gran Guerra, cuando en Vigo convivían una treintena de legaciones consulares con una gran actividad. Las utilizarán dos personajes mundialmente conocidos, aunque de su paso no se sabrá hasta tiempo después. Uno es Robert Delaunay, el gran pintor vanguardista, que tuvo que presentarse en el consulado francés para evitar ser declarado prófugo. La otra es Margarita Gertrudis Zelle, más conocida por Mata Hari, que según confesó en el juicio en París, que la llevó ante el pelotón de fusilamiento, estuvo varias ves veces en Vigo. En una contactó con Martial Cazeaux, un francés, previsiblemente espía, que trabajaba en la legación de su país, Holanda.

El consulado vigués vivió su momento glorioso al concluir la Gran Guerra. Por la ciudad, que siempre se adelanta en los grandes acontecimientos, discurrió el 13 de noviembre la primera manifestación de Galicia - tal vez de España- para celebrar la paz. Fue tan entusiasta que los cónsules de los países aliados, incluido el de EE UU, regalaron a Vigo los mayores piropos que nunca escuchó de las principales naciones del mundo. He aquí lo que decía Mr. Nightingale, cónsul británico: "Nunca podré olvidar el grandioso espectáculo a que dio lugar este pueblo trabajador y caballeroso con la manifestación de simpatía hacia las naciones aliadas".

De la propuesta de este cónsul surge la decisión de construir el monumento que se yergue en las Cíes en honor a los marinos españoles muertos en la contienda.

Después lo festejarían otras villas y ciudades, siguiendo la pauta de Vigo de acudir a las sedes consulares; en A Coruña, cinco días más tarde.

En su afán por convertir a Santiago en una capital al estilo clásico, también con sus legaciones consulares, Manuel Fraga logró que Cuba, que desde la independencia tenía su sede principal en Vigo, la trasladase a Compostela. Fue después de la visita a Galicia de Fidel Castro. Lo intentó con otros consulados, en algunos con éxito, ya que Vigo perdió varias sedes que tuvo en otros tiempos.

Las nuevas tecnologías, la desaparición del tráfico marítimo de pasajeros, y la mejora de las comunicaciones con Madrid, donde se ubican las embajadas, han hecho perder protagonismo al consulado vigués. Pero aún conserva una función, que hay que mantener por el turismo, la inmigración, el comercio. También en recuerdo de un ayer brillante.

Por eso, cuando se cumple el siglo de aquel periodo cumbre del consulado, vendría bien al acervo histórico local una investigación que ponga nombres y caras a los que desempeñaron un papel anónimo o protagonista, grande o pequeño, en momentos trascendentales para el mundo desde Vigo.

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