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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La pestilencia

Así que, a la vista y lectura de lo que se va sabiendo sobre otra gran merdée, la llamada "Operación Patos", resulta ya evidente que la advertencia que se contenía en el informe -aquí comentado hace poco- de uno de los Consellos que adornan el Estatuto acerca de las prácticas sospechosas en la Administración era fundada. Como lo eran las dudas sobre la posibilidad de una respuesta rápida y enérgica por quienes habrían de darla.

En este punto conviene insistir en que a pesar de los múltiples indicios que contiene, esa "Operación" no es por ahora más que un conjunto de sospechas. Que, por tanto, no deben aún darse por ciertas -ni probadas- porque se vulneraría de nuevo la ya muy destartalada presunción de inocencia y que en todo caso habrá que esperar a las imputaciones concretas, si las hay, para actuar desde la política, donde existe más margen de maniobra.

Ítem más: que vistos los nombres y los cargos multicolores de bastantes de los citados, es exigible que la instrucción no se prolongue otro par de años antes de llegar a fases más contundentes. Porque no solo está en juego el honor de las personas, sino la confianza en las administraciones y la seguridad jurídica de los administrados. Y, de modo resumido, la fiabilidad de instituciones claves para creer en la solidez del sistema mismo.

Dicho todo ello, procede volver a la cita inicial y recordar que en el informe se denunciaban prácticas de profesionales y usos de políticos con cargo que, de ser ciertas, significarían la inexistencia real de lo que en el Estado de Derecho es básico para hacerlo eficaz: la garantía plena de que quienes administran y deciden actúan siempre de acuerdo a métodos reglados, transparentes y bajo control.

Y hay algo más: "Patos" significa que la merdée se extiende a toda Galicia y no solo a sectores que durante un tiempo parecieron más concretos -ahí están operaciones como la "Pokemon" y sus derivadas- y eso provoca inevitables recelos sobre la auténtica salud del sistema. Una hipótesis que refuerza la urgencia -indicada en aquel informe- de que se habilite remedio eficaz contra la golfería.

Jesus Palmóu, expresidente del Consello de Contas, acaba de decir en FARO que los partidos -casi todos están de una forma u otra efectados por la pestilencia- no han hecho lo bastante para acabar con ella. Y es verdad: propiciaron, a veces con pactos y otras con reparos, medidas legales para combatir la corrupción, pero sin el éxito -de momento- que necesita una sociedad que tampoco aportó demasiado. Pero nunca es tarde: ocurre que si no se resuelve ya, el problema puede convertirse endémico. ¿O no?

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