Esta semana se ha avanzado de forma sustancial en el nuevo acuerdo de financiación universitaria en Galicia. Hay elementos claramente positivos. Frente a lo que se filtró en algunos medios hace un mes, la Xunta apuesta por el Sistema Universitario gallego (SUG). Se prevé un incremento significativo de recursos en lo que queda de década, muy superior a lo que el gobierno central ha fijado como objetivo hasta 2018 para la educación pública en la actualización del programa de Estabilidad del Reino de España. En segundo lugar, es muy positivo establecer un marco hasta 2020, que permite despejar el horizonte y planificar. La estabilidad financiera es fundamental en educación e I+D, porque los plazos de maduración son largos. En tercer lugar, el modelo se simplifica y gana en transparencia.
A falta de que se concreten repartos entre universidades e indicadores, lo menos positivo del plan es su timidez en la apuesta por la financiación condicionada al cumplimiento de objetivos. SI en el pasado Galicia dimos pasos de líder en este frente, se ha perdido una oportunidad para seguir marcando el camino. A mi juicio, hubiese sido preferible situar el porcentaje de financiación por objetivos en el 40% en 2016, para alcanzar el 50% en 2020. La universidad necesita reformas e incentivos para acometerlas. El condicionamiento de la financiación es una poderosa palanca de cambio para ganar en eficiencia en el uso de los recursos.
En cualquier caso, el Conselleiro de Educación sigue anotándose puntos en el haber de su gestión. Es difícil hacer más (y hacerlo mejor) en el poco tiempo que lleva al frente.
*Director de GEN (Universidade de Vigo)
@SantiagoLagoP
