La biología, la química y -en menor medida- la física, reinan sobre las demás ciencias gracias a haber desarrollado y consolidado métodos para analizar los datos brutos que sustentan las voluptuosas y siempre inestables arquitecturas de los modelos teóricos. Aunque hoy día la ciencia económica dispone de instrumentos matemáticos comparables a los de la física no goza de la capacidad predictiva de ninguna de las ciencias reinas no tanto por carecer de modelos de gran refinamiento intelectual sino porque las validaciones o refutaciones de orden empírico son con frecuencia ambiguas, cambiantes, insuficientes respecto al comportamiento estratégico, gregario o irracional de los agentes en respuesta a distintos choques o estímulos. Asimismo, los datos son también y por desgracia interpretables en función de intereses políticos o de otra índole.

A raíz de las declaraciones un poco atolondradas y un mucho despectivas, casi insultantes, de Juan Rosell, presidente de la CEOE, en las que tildaba a los sufridos funcionarios de poco menos que de vagos e incompetentes -llegó a lanzar la boutade de que se quedaran en casa con un subsidio para que no gastaran en papel ni teléfono- se elevaron diversas voces apoyándolo, las menos, criticándolo, las más.

Me llamó especialmente la atención una argumentación que se apoyaba en dos gráficos para probar que en España había relativamente poco empleo público en comparación con otros países de la OCDE32 y, para colmo, estaba bajando. En relación con esta última constatación ni me molestaré en analizarla con detalle. Sería el colmo, sí, pero del laxismo, clientelismo y demagogia populista que con la situación actual de las finanzas públicas españolas, desde los ayuntamientos al Gobierno central pasando por las CCAAs, el gasto en empleo público siguiera aumentando por vía de retribuciones o crecimiento de efectivos. Aumentar el empleo público obligaría a elevar los impuestos o a endeudarse, o llevaría a mayores recortes salariales a los funcionarios en ejercicio. El otro gráfico de la aludida argumentación representaba el peso del empleo público en la población activa de los países de la OCDE, lo cual resulta poco ilustrativo habida cuenta que en la población activa se incluyen... parados y empleo público.

Por otra parte, el susodicho gráfico es demasiado heterogéneo para poder extraer conclusiones de fuste pues por encima de la media encontramos países ricos y desarrollados -Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Francia, etc.- con otros que no lo son tanto (Hungría, Estonia). Asimismo, por debajo de la media se constata gran diversidad de desarrollo (coexisten Irlanda, EE UU, Italia, España, Países Bajos, Austria, Nueva Zelanda, Suiza, Alemania, Japón, etc., con Portugal, México o Grecia). Pero, sobre todo, el gráfico no es directamente analizable porque en este momento la tasa media de paro en la OCDE es ligeramente superior al 8%. Noruega -país en el que el peso del empleo público en la población activa es el más elevado, 28%- tiene la tasa de paro más baja, poco más del 3%. Su economía está prácticamente en situación de pleno empleo al tiempo que España y Grecia sobrepasan el 26%. Otra debilidad de la relación empleo público/ población activa es que algunos países tienen más funcionarios, o asimilados, que otros en relación a la población activa pero menos por cada cien habitantes o respecto al PIB per cápita.

A finales 2012, en Noruega la población activa, redondeando, era 2.600.000 personas, que incluye 736.000 empleados en el sector público y 90.000 parados. Pero lo que cuenta es el número de empleos privados que sostienen el paro y el empleo público. Es decir, en el país escandinavo un trabajador en el sector privado (1.773.000 efectivos) soporta/sostiene 0,47 desempleados y funcionarios (o asimilados). En España, un empleado del sector privado (14.320.000 efectivos por una población activa de 17.320.000 personas) soporta casi 0,21 empleos del sector público (cerca de 3 millones de efectivos). Pero, el mismo empleado español soporta 0,42 parados. En total, un trabajador en el sector privado español soporta 0,63 parados y empleados del sector público. Si asimismo tomamos en cuenta los pensionistas obtenemos que, en España, por poco más de 14 millones de empleos privados hay casi 18 millones de empleados públicos, parados y pensionistas.

Otros datos permiten comparaciones más homogéneas, verbigracia, número de empleos en el sector público por punto de PIB. En general, salvo las excepciones de rigor, parece lógico que un país rico, con elevado PIB per cápita, cree relativamente más empleo en el sector público que otro país con menos recursos financieros si el empleo público se interpreta como una demanda social que corresponde a un bien superior, aumentando más rápidamente que la renta. Sin embargo, no siempre es así. En el marco de la UE, cálculos llevados a cabo en Francia (CAS, datos del 2009 en consonancia con el gráfico de la OCDE) nos dicen que España tenía por punto de PIB casi el mismo número de empleados públicos que Francia (a pesar de que en esta el ejército y las empresas públicas están proporcionalmente más representadas que en España) y más que Bélgica, Países Bajos, Irlanda, Reino Unido, Luxemburgo, Austria y, por supuesto, que Alemania pero menos que Portugal que superaba a todos los anteriores. Ello explica que el FMI recomiende a nuestros vecinos recortar empleo público.

Lo que precede no quiere decir que algunas áreas -justicia, defensa o gestión tributaria, por ejemplo- no sufran insuficiencia de medios. Pero solo será posible, de momento, paliar esas insuficiencias disminuyendo la presión que educación y sanidad ejercen sobre el gasto público.

Para la anécdota, se discute si el mayor mastodonte del mundo, por efectivos, es el Ejército Rojo (China) la Éducation Nationale (Francia) o el National Health Service (Reino Unido).

*Economista y matemático