El sector bateeiro de Bueu y de la ría de Pontevedra en general suele ser el más afectado por la toxina: siempre son las primeras bateas en cerrar y las últimas en abrir. De hecho durante las dos anteriores campañas de navideñas apenas pudieron trabajar. En 2016 solo abrió el polígono Bueu B -que es el más pequeño con menos de 30 bateas- en vísperas de Nochebuena, mientras que los otros dos no pudieron abrir hasta enero. En 2015 ocurrió algo parecido. Uno de los polígonos abrió el mismo día de Nochebuena, otro el día de fin de año y el tercero una vez pasadas las fiestas de Reyes. Dos verdaderas navidades negras para el sector.