Visiblemente emocionado y con el susto todavía en el cuerpo. Así comparecía el joven Avelino Patiño Méndez para dar las primeras explicaciones de lo sucedido tras su llegada al puerto de Bueu. "Cando nos quixemos dar conta xa estabamos no fondo", señalaba. El relato de los hechos se circunscribe a apenas seis minutos, los que transcurrieron desde que notó que algo iba mal hasta que lo rescataron del agua. Seis largos minutos en los que trataba de buscar una explicación al naufragio. "Notamos a lancha un pouco cargada de popa e só tiven tempo para chamar a un compañeiro avisando que afundíamos. E a min xa non me deu tempo a saír", señala.

Mientras el otro tripulante salía antes que él, a Avelino Patiño no le dio tiempo de hacerlo antes de que el barco se hundiese. Tuvo que abandonar el puente, en el que se encontraba, por debajo del mismo y buceando. Una maniobra en la que se golpeó en un costado. Al llegar a tierra acudió al centro de salud de Bueu, donde se confirmó que el golpe no revestía importancia. "Chamamos polo compañeiro e enseguida viñeron todos os barcos que estaban alí", comenta. Esa rápida actuación fue la que evitó males mayores. "Apenas estivemos cinco minutos na auga", dice, antes de reconocer que "co susto aínda non son capaz de falar".

Su versión era confirmada por David Dios, patrón del Cambados, uno de los buques que oyó la señal de socorro. "Chamou primeiro para avisar de que tiñan unha vía de auga e apenas 15 segundos despois para dicir que se iba ó fondo. E logo xa se lle vía só o morro", afirma. No cree que la meteorología tuviese nada que ver en el hundimiento. "O mar estaba ben e había pouco vento. Tivo que ser unha avería, que picase algunha tubería ou un manguito", dice.

La llegada del Punta Robaleira Un despertó expectación en el puerto buenense. Inicialmente, el Mari Flora lo remolcó hasta el muelle de Banda do Río, en donde se iniciaron las tareas para reflotarlo. Tras cerca de dos horas de trabajo, se consiguió estabilizar el buque hundido y los Bombeiros do Morrazo procedieron a vaciar el agua de su interior gracias a una bomba de achique. Una vez reflotado, el Mari Flora trasladó la planeadora hasta el varadero, en donde quedó. Allí Avelino Patiño padre inspeccionaba el casco del barco para tratar de encontrar la razón del hundimiento, imperceptible a simple vista. Él también apostaba por la rotura de alguna tubería o manguito como la más probable del naufragio. "Agora fan os barcos como queren e un barco no que non se poida baixar ó motor, xa me dirás ti para que serve", clamaba ayer. Se da la circunstancia de que Avelino Patiño fue patrón mayor de la cofradía buenense hace unos 15 años y que fue distinguido por ser siempre de los primeros en acudir a cualquier llamada de socorro. "Agora tocoume a min", sentenciaba.