Rusia proclamó ayer su papel central en la guerra civil siria, y en la búsqueda de una solución al conflicto, al descartar que se celebren nuevas cumbres sobre la paz en el país árabe en "acogedoras capitales occidentales". Por el contrario, Moscú resaltó los esfuerzos negociadores desplegados por el Gobierno de Damasco y los rebeldes sobre Alepo, facilitados por la mediación de Rusia y Turquía.

Tras interrumpirse el viernes la evacuación de Alepo oriental, de la que solo lograron salir 8.000 personas el jueves, el Gobierno y los rebeldes anunciaron ayer un nuevo acuerdo para completar la evacuación de la población civil y los combatientes, cuyo montante se estima en más de 40.000 personas.

Al igual que ha ocurrido en días anteriores, la clave del acuerdo, que debería comenzar a aplicarse hoy, está en acompañar la salida de la población de Alepo de medidas similares para los residentes chiíes de las localidades de Fua y Kefraya. Estas medidas han sido exigidas por Irán, el otro gran aliado de Damasco en su lucha contra los insurrectos apoyados por Occidente, Arabia y Catar.