María del Carmen despierta poco a poco de una pesadilla. Esta mujer de 34 años, que el pasado fin de semana fue acuchillada por su ex marido en Tui, se recupera en el Hospital do Meixoeiro de las graves heridas sufridas. Tumbada en la cama, su rostro no sólo refleja el dolor de las lesiones físicas. Sus ojos se llenan de lágrimas cuando recuerda el miedo y la impotencia que sintió durante un matrimonio de ocho años plagado de malos tratos. La separación no fue la solución: las amenazas y las agresiones siguieron acechándola. "Tenía claro que iba a venir a por mí. Ya lo intentó otras veces y él mismo me lo decía: `o eres mía otra vez, o te mato", relata a FARO. Su ex marido se suicidó tras la agresión. Y ahora esta mujer, que recibió tres puñaladas en el abdomen, sólo tiene un deseo, para ella y para su "peque" de 6 años: "Quiero vivir feliz, ¿ya me toca, no?".

- La agresión del pasado sábado no fue una sorpresa...

- Lo que ocurrió lo pensé muchas veces. Son muchos años los que lo llevo denunciando. Yo a todo el mundo le decía que me iba a matar. Desde que me separé, en julio del año pasado, ya lo intentó unas tres veces.

- ¿Cómo fue su matrimonio?

- Cuando me casé iba a cumplir 26 años. Ya siendo novios me agredió una vez, pero estaba tan enamorado que se lo pasé. ¿Y el matrimonio? Fueron ocho años de mi vida aguantando lo

inaguantable. Al año de casarme intentó ahorcarme. Entonces lo denuncié y llegué a irme de casa, pero me pidió perdón y volví con él. Recuerdo que en esa primera denuncia, a excepción de mi familia y amigos cercanos, no encontré apoyo de nadie. Ni en el juzgado ni en ningún sitio. Al contrario, parecía como si yo fuese la culpable. Por eso no lo volví a denunciar en todo el matrimonio.

- Pero el maltrato era continuo...

-Sí. Y siempre igual: me pegaba o me insultaba, y a los diez minutos me pedía perdón y se echaba a llorar. Recuerdo que por su trabajo él se iba a las seis de la mañana y volvía a las ocho de la tarde. Y el miedo se apoderaba de mí cuando él llegaba de trabajar: sabía que por cualquier cosa, por un calcetín en el pasillo o porque no tenía la cena a su hora, iba a haber follón. Y no sólo era el maltrato físico, sino también el psicológico: me decía que no valía para nada, y eso te lo acabas creyendo. No me cuidaba, no me arreglaba... Y él no me permitía nada: no tenía acceso al dinero, no podía quedar con una amiga, me llegó a cortar el teléfono. Era muy celoso. Y yo cedía porque estaba enamorada. Hasta el verano de 2006, cuando me separé, siempre tuve la esperanza de que cambiaría, bien por nuestro hijo o bien por mí.

- ¿Cuándo se planteó la separación?

- Recuerdo que en 2004 él se fue embarcado y me dejó sola. Y fíjate, con todo, yo aún le suplicaba que no se fuese, tenía miedo a la soledad. Pero ante esa situación, me di ánimos. Me dije: a trabajar y a cuidar de mi hijo. Y me di cuenta de que había vida fuera de las cuatro paredes de mi casa. En esa época también me metí en el centro de ayuda a mujeres maltratadas, sin que él se enterase, claro, y eso me abrió los ojos. Yo tenía un dinero ahorrado y me decidí a cumplir un sueño, sacar el carné de autobuses y de ambulancia. Cuando él regresó le conté que lo había conseguido y él me dio una paliza.

- ¿Es en esa época cuando decide romper la relación?

- De repente me dije: se acabó. Me había dado cuenta de que podía tirar para adelante sola, que no me hacía falta para nada. Y sobre todo pensé en mi hijo, que no se merecía ver cosas tan fuertes. No era vida para mí ni para mi peque.

- ¿Cómo fue su vida tras la separación?

- Ya de casados me repetía: `Eres mía y si me dejas te mato; y si te vas con otro, te mato a ti, a él y al niño´. Y al mes de separarme fui a A Coruña a casa de una amiga y me siguió e intentó atacarme con un cuchillo. En el juicio admitió que iba a matarme. Y le pusieron una orden de alejamiento, pero no valía de nada. Me seguía, me llamaba al móvil...

- ¿Qué recuerda de la agresión del pasado sábado?

- Yo bajé a la calle para ir al supermercado y me subí al coche. Él se montó detrás de mí y sacó de una bolsa de plástico un cuchillo enorme. ¡No sé ni cómo estoy viva! Quise agarrarlo, pero no tenía fuerzas. Y le empecé a decir lo que le decía siempre para intentar que me soltara: que le quería, que volvería con él, que no me matase por el niño... Parecía que se ablandaba y de repente noté que una chica tiraba de mí. Después ya no me acuerdo de mucho: se fue, yo me levanté y me caí de rodillas en la carretera.

- Tras su experiencia, ¿qué recomendaría a otras víctimas de malos tratos?

- ¡Que denuncien! Y a la primera bofetada que se larguen, que no aguanten nada. Yo debo decir que todo lo hice yo sola. Desde que me separé no vi ni una ayuda: yo me tuve que buscar el trabajo, la vivienda... Nos tienen que ayudar más, que somos muchas.