El episodio tóxico que afecta a la práctica totalidad de las bateas de mejillón gallegas y a 15 de las 20 zonas marisqueras de Rías Baixas ha reabierto un viejo debate: revisar los plazos existentes para la obtención de resultados analíticos y la aplicación de medidas cautelares de cierre.

Diferentes dirigentes bateeiros consultados ayer cerraron filas en torno a la figura del Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar), pues sostienen que es "el mejor centro analítico del mundo y el que mantiene nuestra imagen de calidad en todas partes". Lo que hay que revisar, a su juicio, "es esa norma que dice que cuando se produce un cierre por biotoxinas en un polígono determinado hay que analizar obligatoriamente el mejillón extraído del mismo durante las 24 horas anteriores, lo cual obliga a que los camiones que se van a Francia o Italia tengan que regresar a puerto, como sucedió esta semana".

Tanto la conselleira do Mar, Rosa Quintana, como la directora de Intecmar, Covadonga Salgado, defendieron ayer el trabajo del centro analítico y despejaron cualquier duda sobre su profesionalidad y rigurosidad. Pero no solo ellas, sino también dirigentes como Francisco Padín -de Amegrove- o Javier Blanco -de Virxe do Rosario-, junto a otros de las rías de Sada, Muros-Noia, Pontevedra y Vigo. El más incisivo fue Javier Blanco, convencido de que "hay gente que para hacer daño no tiene reparos en atacar a Intecmar y cuestionar su trabajo, a pesar de que es nuestra principal garantía".

Añade que "los mismos bateeiros o empresarios de la industria que arremeten ahora contra este laboratorio habían traído a Galicia a expertos internacionales y representantes europeos para defender el sistema químico de análisis impuesto por la UE; en lugar de tirar piedras contra nuestro propio tejado tendrían que haber peleado para que las 24 horas anteriores a un cierre no cuenten".

El presidente de la asociación vilagarciana de bateeiros explica que "cuando sucede lo mismo que esta semana y cierran de golpe decenas de polígonos, hay que analizar el mejillón extraído en las 24 horas anteriores, aunque se encuentre cerca de Francia o Italia; por eso tuvieron que volver el miércoles y el jueves a puerto, para llevar el mejillón otra vez al agua". Lo que hay que perseguir, a su juicio, "es un cambio normativo que recorte ese tiempo, pues de lo contrario la única salida que va a quedar a la Administración es aplicar unos cierres cautelares que tampoco nos gustan".

Javier Blanco se refiere, en este caso, a que "cuando se aprecie un pequeño repunte de toxinas en una zona determinada podrían cerrar toda la ría, para evitar que la gente trabaje y después tenga que devolver producto al mar, pero si esto sucede también puede darse el caso de que nos impidan trabajar aunque no existan biotoxinas".

Tanto Blanco como Francisco Padín inciden en que, además, "en este episodio tóxico hay un elemento excepcional", y es que el repunte de células tóxicas se produjo de manera sorprendentemente rápida. En ambos casos argumentan que hay laboratorios ajenos a la Consellería e Intecmar, que hacen análisis para cocederos y organizaciones mejilloneras y que esas empresas constataron que el sábado había zonas que estaban completamente exentas de toxicidad, mientras que el lunes presentaban exagerados niveles de contaminación por biotoxinas. Quiere esto decir que "no es fácil actuar en estas situaciones", apostillan Blanco y Padín.