Un pleno ordinario histórico, tal como definió el alcalde Rafael Portanet, el que se celebró para adjudicar a Vitrasa la concesión del servicio urbano de viajeros en autobús. Esta decisión suponía también en la práctica la desaparición de los tranvías. En la ciudad se realizó un amplio debate. Tranvías de Vigo, la empresa que hasta aquel momento gestionaba el servicio, fue la más crítica y presentó numerosas reclamaciones. Incluso llegó a la justicia ordinaria. Sin embargo, los trámites avanzaron y Vitrasa se hizo con una concesión que mantiene en la actualidad.
Fueron pocos puntos en el orden del día del pleno municipal de 16 de mayo de 1968, hace 50 años. Rafael Portanet, el regidor municipal, explicó las condiciones de la licitación. También desveló que se habían presentado ocho propuestas diferentes. Todas ellas se habían entregado dos meses antes y habían sido analizadas por una comisión municipal especial. Entre las mismas destacaban dos de Vitrasa con proyectos distintos. Ambas ocuparon los primeros puestos que había otorgado la comisión encargada de revisarlas. Les dio 25 puntos. Competía con otra presentada por Coviasa y también por la presentada con el nombre de Prada y España.
El debate entre los concejales fue intenso. Dos de ellos no apoyaban a Vitrasa y mostraron su reticencia para votar a favor. Consideraban que el proceso no había sido limpio y transparente, aunque no lo decían de manera clara. A favor de Vitrasa figuraba de forma claro el precio del billete, que sería de 2,50 pesetas. Con ese pago se podría atravesar la ciudad de un lado a otro, decían los dirigentes de la empresa. Coviasa ofrecía un servicio similar, aunque su propuesta duplicaba el precio a pagar.
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El alcalde tuvo que interrumpir varias veces a sus concejales en el debate. Consideraba el regidor municipal que no se estaba ajustando al orden del día. En medio de todo ello se coló alguna referencia a la posibilidad de construir una estación de autobuses en la Plaza de Fernando el Católico.
Fue Rafael Portanet el que cerró el pleno. Solicitó a los dos concejales que habían mostrado más críticos y además habían anunciado su voto negativo, a que apoyaran la propuesta de Vitrasa. Lo hicieron para que así el acuerdo fuera unánime y no existieran fisuras en el gobierno municipal. Con esta decisión se abría la puerta al "cambio de paisaje urbano en Vigo", según reflejó el alcalde.
Y ese paisaje comenzó a modificarse en el mes de julio de ese mismo año. La compañía realizó una presentación de sus autocares en la explanada del Real Club Náutico. Todos ellos se caracterizaban por su color azul celeste. Comenzaron a circular 30 autocares y 2 microbuses. El primer día fue gratuito para todos los viajeros por decisión de la empresa.
Se habían desarrollado cuatro líneas en total. Atravesaban la ciudad de un lado a otro. Con el paso del tiempo se fueron ampliando tanto los trayectos como la cantidad de autobuses en servicio. Todos ellos convivían con los tranvías.
Precisamente los responsables de la Compañía de Tranvías habían presentado un recurso en el Ayuntamiento de Vigo sobre la concesión del servicio. Lo consideraba ilegal. A finales de ese año, 1968, los tranvías dejaron de circular en la ciudad. El litigio entre las partes enfrentadas siguió durante varios años más.
Vitrasa ha sufrido algunas transformaciones a lo largo de su historia. Además de renovar su flota con autobuses de última generación, también vivió momentos importantes. Destacan especialmente dos. En el año 1975 comenzó a utilizar las instalaciones de San Andrés de Comesaña, un recinto que todavía hoy en día se usa. También modificó el color exterior de los autocares. Decidió pasar del azul celeste, que muchos consideraban un guiño al Celta de fútbol, por el rojo. Este es color predominante en la bandera de la ciudad. En la actualidad es el color verde el que predomina en los autobuses de la empresa por las calles viguesas.
