Con su flamante casco todavía despidiendo olor a pintura tras concluir un reciente lifting en el astillero holandés Feadship -el mismo que construyó el Venus para el fundador fallecido de Apple, Steve Jobs-, el Faith se convirtió ayer con sus 97 metros de eslora en el segundo de mayor megayate que atraca en Vigo (el primero fue el Luna, de 115 metros). Y de nuevo ha sido el temporal el causante de esta lujosa arribada que como las anteriores durará lo que tarde en mejorar el tiempo, aunque en esta ocasión el buque destaca también por la singularidad de su propietario, Lawrence Stroll. Canadiense afincado en Suiza, a Stroll se le considera el "padre" del éxito de la firma Tommy Hilfiger, cuyo estilo también está presente en su capricho flotante.

Valorado en 200 millones de dólares, el Faith atracó en Marina Davila en torno a las dos de la tarde de ayer con la tripulación mínima formada por 22 personas. Su capacidad de alojamiento le permite acoger hasta 34 tripulantes y 18 pasajeros en nueve cabinas, de las cuales una, la reservada a Stroll y su mujer, ofrece una panorámica del mar de 180 grados. Tal vez en este exclusivo interior diseñado por el estudio parisino Chahan Design que protagoniza una escalera voladora y una chimenea abierta de piedra caliza combinada con cristal de cuarzo resida la clave del elevador valor que conceden a este barco, destacado en medios especializados del sector por su "sofisticado confort".

En todo caso se trata de una apreciación difícil de confirmar salvo por quien haya podido disfrutar como invitado de este palacio flotante. Como es habitual cuando se trata de propiedades de alguien tan acaudalado, los astilleros divulgan muy pocos detalles del lujo que despliegan sus contratos limitándose a referir algunos de los más extendidos en los buques de esta categoría. Entre los más relevantes del Faith llama la atención la piscina de 9x4 metros; un garaje con embarcaciones auxiliares que salen de unos laterales convertibles en terrazas exteriores sobre el mar; sala de masaje, sauna y gimnasio; y un helipuerto en la proa montado sobre una plataforma de movimiento descendente para guardarlo a cubierto.

Todo esto colmaría de sobra los sueños de cualquier amante del lujo, solo que cuando figuras en la lista mundial de los billonarios de Forbes, incluso en el puesto 800 como el dueño del Faith, siempre quieres ir un poco más allá. Y como total sobran dígitos en su cuenta corriente, al buque que no hace ni un año que compró -anteriormente llamado Vértigo- lo envía de nuevo al astillero que lo alumbró, Feadship de Makkum (Holanda) para hacerle unos cuantos retoques. Así que este sensacional megayate llega a Vigo sin estrenar todavía su nuevo spa exterior, una protección contra el viento extendida en las cubiertas y con los marcos de las ventanas oliendo a barniz de nogal. De ahí el especial cuidado que tuvo ayer su tripulación a la hora de amarrarlo al muelle de Marina Davila. Para que zarpe de aquí igual de impoluto a como lo espera quien a sus 58 años ha amasado su inmensa fortuna comercializando estilo.