Vigo recibe con los brazos abiertos a sus nuevos vecinos. Tres pequeños protagonizaron ayer los primeros bautizos civiles de la ciudad. Las ceremonias, oficiadas por el alcalde Abel Caballero, se celebraron en el Pazo Museo Quiñones de León, lugar escogido por el gobierno local para celebrar este tipo de eventos. A las ya habituales bodas -durante el año pasado hubo 174-, el Concello añade ahora los bautizos laicos, sumándose así a la iniciativa que desde 2004 promovieron otras urbes del territorio nacional. Las tres primeras familias agradecieron la nueva posibilidad que les brindó el gobierno local y animaron al resto de interesados a seguir su camino. "No se arrepentirán porque los protagonistas son los niños y el acto es justo como lo habíamos deseado", comentaron los progenitores.

En el ambiente se notaba que no era un día más. De menor a mayor, los tres retoños entraron en los jardines del museo con sus mejores galas. Junto a ellos estaban sus padres y el resto de invitados. "Nos lo tomamos como si fuera un bautizo convencional. No somos creyentes y por eso nos apuntamos a esta iniciativa en cuanto la conocimos. Es de agradecer que el Concello ofrezca esta oportunidad a las familias de la ciudad", señaló "Merche" Britos, madre de Paula, una de las pioneras en las ceremonias civiles de Vigo. Los padrinos, que viajaron desde Madrid para no perderse la cita, estaban radiantes. "Que haya alternativas siempre es interesante y el protagonista sigue siendo el niño", apuntó Belén Rodríguez.

Pese a la polémica que suscitó la decisión del ejecutivo municipal de comenzar a oficiar estas ceremonias, en Castrelos solo había felicidad. "Es cierto que algunos amigos ven extraño que un bautizo no sea por la Iglesia, pero nosotros no queremos imponer ninguna religión a nuestros hijos, sino que sean ellos quienes la elijan", explicó Britos.

El bautizo se dividió en dos actos. Por un lado Caballero dio la bienvenida a todos los presentes y leyó algunos artículos de la legislación que salvaguarda los derechos de los niños. En concreto se apoyó en la Convención de Derechos de las Naciones Unidas. También quiso destacar que Vigo es una ciudad pensada para la infancia, "los seres más vulnerables junto a nuestros mayores".

Una vez finalizada la parte formal, los padres y padrinos de los protagonistas accedieron a un salón contiguo para recibir la Carta de Ciudadanía, un documento simbólico con el que el alcalde saludaba a los nuevos ciudadanos. Una vez estampada la rúbrica, llegaba el momento de los besos y abrazos.

Gael, el niño de más edad de los asistentes -tiene año y medio- fue el único que pudo firmar en el documento. "Viene con pajarita y andando", bromeaban sus padres antes de iniciar la ceremonia. Las normas recogen que los pequeños no pueden superar los tres años de edad y sus progenitores deben tramitar su petición de bautizo en el Registro General del Concello.

El gobierno local decidió impulsar los bautizos civiles tras recibir numerosas peticiones. Aunque ayer se celebraron los tres primeros, la lista es más extensa. Para lo que resta de año hay previstos 29 más y desde Praza do Rei no descartan que ese número se amplíe.

El de Vigo no es el primer ayuntamiento gallego que oficia este tipo de ceremonias. Desde que en 2004 el consistorio de Igualada empezase a acoger estas celebraciones, un puñado de municipios han seguido sus pasos. En Galicia hay cerca de una veintena de concellos que ya ofician o lo van a hacer a lo largo del año. "Nosotros bautizamos de manera civil a nuestro primer hijo en Viana do Bolo. Es algo que cada vez está más asentado en la sociedad", comentó Juan de Haz, padre de una de las bautizadas ayer. Precisamente el hermano mayor de la pequeña fue uno de los protagonistas de la mañana. También Gael, otro de los que recibió la bienvenida de la ciudad, tuvo su momento de gloria. La presencia de las cámaras atraía su atención y Caballero no dudó en señalarle como su heredero. "Tu vales para alcalde. Quizá cuando crezcas me reemplaces a mí", bromeó. Porque ya sea en una Iglesia o en un museo, lo importante es que los niños sigan siendo los únicos protagonistas.