Aunque la Inmaculada Concepción es oficialmente patrona del Arma de Infantería desde 1892, la inmensa devoción de los infantes del Ejército español por la Purísima se remonta a los sucesos que se produjeron en Flandes, entre el 7 y el 9 de diciembre de 1585. Cuatro mil combatientes españoles de los Tercios se vieron cercados por el agua y el enemigo, la falta de víveres, la humedad y el frío tras la rotura de los diques y la inundación de prácticamente toda la isla. Fue entonces cuando un soldado español encontró una tablilla pintada con los rasgos de la Virgen. La sacaron en procesión y a la mañana siguiente, día de la Inmaculada, el día amaneció con los canales congelados lo que propició no solo la evacuación de unas tropas en situación límite, sino un contraataque que acabó en victoria para los ejércitos españoles.