Desde la Policía Portuaria hacen "lo que se puede", como lamentan agentes consultados, por impedir el botellón. Centran sus esfuerzos en el entorno de la Estación Marítima y en el embarcadero de Cíes, dos zonas que amanecen cada semana sembradas de las derivaciones de la ingesta de alcohol. Cada viernes y sábado, además de instalar vallas para disuadir a quienes intenten colarse hacia la terminal de trasatlánticos, una patrulla portuaria permanece allí toda la noche. En paralelo, en coordinación con los vigilantes del Náutico, controlan que nadie accedan a los barcos de pasaje..