El neurólogo alemán Hans Berger realizó el primer electroencefalograma (EEG) de la historia a principios de los años 20. Durante mucho tiempo fue la única técnica disponible para explorar la actividad cerebral, pero la aparición del TAC lo fue relegando. Sin embargo, el especialista en neurofisiología clínica Pablo González Uriel reivindica su papel en un estudio realizado durante su periodo de residencia en el hospital Xeral y posteriormente en el Cunqueiro.

"Las pruebas neurofisiológicas pueden y deben sobrevivir en el siglo XXI. El EEG tuvo su auge antes del escáner, pero también ha ido experimentando avances, se ha digitalizado y el procesado de la señal ha sido mejorado, por eso debe tener su espacio", defiende este joven compostelano de 29 años.

Como trabajo final del máster interuniversitario de Neurociencia, González Uriel estudió el papel del EEG urgente en pacientes pediátricos a través de una revisión de los estudios realizados en el servicio en el que se formó y que dirigía el doctor José María Fernández. También contó con la tutela de la catedrática María Jesús Manso Revilla, de la Universidad de A Coruña.

Su análisis comprende 226 EEG realizados en el servicio de Neurofisiología Clínica del Xeral en 2012 y 2013 a un total de 159 pacientes -87 niños y 72 niñas- con una edad media de 3 años y 6 meses.

El 39% de las pruebas fueron consideradas normales, mientras que el 61% restantes determinaron la existencia de patologías y confirmaron, en la mayoría de casos, la sospecha clínica inicial.

En este trabajo académico, González demuestra que el EEG urgente, aunque supone una prueba cara porque requiere la presencia de equipo técnico y personal cualificado las 24 horas, es una prueba diagnóstica válida ante la sospecha de crisis epilépticas, el hallazgo más frecuente, periodos postcríticos y procesos que afectan a nivel de conciencia -que en este rango de edad suelen ser debidos a cuadros encefalíticos y meningoencefalíticos-.

También destaca que permite realizar una exploración funcional cerebral "en tiempo real, de manera inocua, y fácilmente accesible en el entorno hospitalario". González recuerda que en las UCIs pediátricas una prueba con una resolución de segundos "puede convertirse en vital". Por ello, reivindica la EEG urgente como prueba de referencia.

"Puede y debe sobrevivir, porque ayuda tanto al paciente como al clínico. Cuando los niños son muy pequeños no es fácil detectar un estado de ausencia, por ejemplo, y estas pruebas lo permiten", destaca.