Las calles de Casco Vello Alto acogieron este fin de semana a un grupo de atípicos visitantes, los componentes del proyecto Escuchar el espacio público. Durante dos días han charlado con los vecinos y comerciantes de esta zona para conocer sus inquietudes sobre el devenir del barrio. Sus experiencias se sumarán a la de ciudadanos de Roma o Toulouse con el objetivo de emitir a las autoridades europeas un modelo de gestión de convivencia en zonas que sufren un proceso de gentrificación, un movimiento de nuevos moradores que desplaza a los antiguos.

El Casco Vello Alto es el ejemplo perfecto de este fenómeno. El deterioro del barrio alejó a muchos vecinos de la zona y solo algunos, los de menos recursos económicos o los más enraizados, se quedaron. Los moradores originales han visto como nuevos inquilinos han copado sus casas y locales comerciales. Pero su llegada no ha tenido en cuenta su presencia y ambos mundos viven delimitados por una línea invisible. "Queremos conocer los dos puntos de vista, los de la gente vieja y la nueva", explica Julio Gómez, responsable de Sinsalaudio y el enlace vigués de este proyecto.

A través de entrevistas con los residentes han ido perfilando la idea que unos y otros tienen de este proceso. "Estamos notando la distancia del tiempo, los vecinos antiguos ven con optimismo cómo está el barrio pero echan en falta la vida de antes, la relación social, la comunicación que se producía en el espacio público", cuenta Gómez. Las perspectivas entre los recién llegados y los que nunca se han movido son diferentes, los que acaban de llegar tienen una visión "más superficial" de la convivencia, lo que provoca una pérdida de la identidad colectiva.

En este proyecto participan representantes de Valencia, Roma, Bolonia, Florencia, Toulouse y A Coruña. Nació como parte de las inquietudes de varios colectivos, especialmente de arquitectos, que estaban preocupados por el proceso de gentrificación. "Querían hacer cosas nuevas, pero sin perjudicar a lo antiguo", explica Gómez. Así que decidieron organizar este grupo de investigación que viajará a diferentes barrios de las ciudades de los participantes para analizar espacios urbanos y semiurbanos.

Las primeras conclusiones son claras, para evitar que los residentes originales sean desplazados, física o emocionalmente, deben sentirse incluidos en los procesos de cambio. "Cualquier ocupación o actividad debe reflejar su entorno, los vecinos son los primeros que deben participar en él", resume Gómez.

Aunque su trabajo no ha hecho más que empezar -Vigo es la segunda ciudad que visitan- su trabajo de campo tienen un objetivo: elaborar un modelo que sirva de guía para gestionar los espacios públicos de manera que ambas corrientes de personas se encuentren y fluyan juntas.