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La casa de los sabios de Vigo cumple 25 años

El Instituto de Estudios alcanza su primer cuarto de siglo con más de un centenar de publicaciones y grandes logros tras unos inicios difíciles

Traslado de material, en 2011, a las actuales instalaciones de Cánovas del Castillo. // J. Lores

Un cuarto de siglo separa las dos fotografías que encabezan esta página. La primera -fechada el 13 de mayo de 1991- se tomó en la Casa das Artes el día en que se presentó el Instituto de Estudios Vigueses (IEV) y en ella aparecen parte de sus 19 miembros fundadores acompañados por la entonces edil de Cultura, María Xosé Porteiro. En la segunda -de esta misma semana- se ve a trece de la actual treintena de integrantes del IEV en su sede actual, situada en la antigua Escuela de Hostelería.

A lo largo de sus 25 años de historia el IEV ha crecido, disfrutado de buenos momentos y batallado contra otros en los que se vio casi al borde de su disolución; se ha mudado varias veces, reforzado su "familia" hasta sumar cerca de un centenar de colaboradores y -quizás lo más importante- "redescubierto" la historia y el patrimonio local hasta tumbar por K.O. el falso mito de que Vigo es una ciudad sin historia. Prueba de ello -recordaba hace escasos días su actual presidente, Xoan Carlos Abad- es el centenar largo de publicaciones editadas por el IEV o sus autores y los más de 250 trabajos sobre arqueología, historia, periodismo, economía... que se incluyen en sus boletines anuales, los Glaucopis.

Aunque el alumbramiento oficial del IEV se data en 1991, hace justo 25 años, su "génesis" se remonta décadas atrás. En concreto a finales de la década de los 70, cuando en 1978 el Colegio Provincial de Titulares Mercantiles de Vigo propuso al Concello -entonces presidido por Joaquín García Picher- que fundara un Instituto de Estudios Locales. Como recuerda María D. Rivera en su artículo "Los veinte años del IEV" -incluido en el Glaucopis de 2011- la idea recibió el respaldo entusiasta del cronista oficial, José María Álvarez Blázquez.

A lo largo de los años siguientes apoyaron esa reclamación intelectuales destacados de Vigo, como Gerardo González Martín o Andrés Martínez-Morás y Soria, quien llegaría a ser el primer presidente de IEV y que en un artículo de junio de 1983 publicado por FARO incidía en la "necesidad" de que el Concello crease un instituto para ahondar en la cultura local.

El primer paso hacia la fundación final de ese organismo se dio el 3 de abril de 1991, la fecha en la que Bernardo Vázquez Gil rubricó el borrador del primer reglamento provisional. De inmediato el Concello convocó a 19 intelectuales para que se sumasen al IEV, que quedaría formalmente constituido poco después -el 9 de mayo- durante una reunión presidida por el regidor Manoel Soto y en la que, además, se acordó dotar al recién nacido instituto de una sede permanente en la Casa da Historia e das Artes. La presentación pública del IEV se hizo cuatro días después. El acto sirvió también para dar a conocer la primer edición del libro Os Alcaldes e os Concellos de Vigo y la exposición "Sináis de identidade".

A pesar de su juventud y el importante cometido con el que nació, el IEV no tardó en encarar dificultades. La primera, y que permanecería casi como una constante a lo largo de su historia, es la sede. O su ausencia. La propuesta de emplazarlo en la Casa das Artes e da Historia tuvo escaso recorrido. En el 94 el Pleno aprobó por unanimidad un convenio que dictaba, entre otros puntos, que el IEV se instalase en los bajos del edificio de la Universidade Popular. La cesión se vio no obstante complicada por las reforma y las termitas.

Ante esa situación los miembros de Estudios Vigueses se vieron obligados a reunirse en diferentes cafeterías de la ciudad, como la del Hotel Compostela o Alameda. En un artículo publicado en octubre de 2011 en FARO, el expresidente del IEV e integrante fundador, José A. Martín Curty, recordaba con emoción y cariño aquella época, marcada no obstante por los retos: "Sin duda, mis mejores momentos en la institución se centraron en aquellas logias en las que el IEV era una especie de Buena Nueva, cultivada en las catacumbas por un puñado de creyentes".El también fundador Jaime Garrido recuerda que "los inicios fueron difíciles", sin sede ni recursos, pero los miembros tenían una voluntad de hierro: "Somos vigueses convencidos".

Entre 2001 y 2003 el instituto se instaló en un local contiguo al de la Fundación Provigo -entidad con la que se había vinculado-, hasta su traslado al edificio Asefal. Allí, en la calle Elduayen, permaneció hasta 2011, año en el que la entidad "encajó" dos noticias que pusieron su continuidad contra las cuerdas: la decisión del patronato de Provigo de desligarse del IEV, lo que privaba a este último de la fuente de la que obtenía el 85% de sus recursos; y la cancelación del alquiler del Asefal. Tras un período de incertidumbre la entidad terminó mudándose a la antigua Escuela de Hostelería, donde continúa.

A lo largo de ese periplo la "familia" del IEV creció y cambió. Su primer presidente fue Andrés Martínez-Morás Soria, quien ejerció como tal hasta que en 2001 dio el relevo -así lo exigían los reglamentos- a Gerardo Sacau Rodríguez, que a su vez desempeñó la responsabilidad entre 2001 y 2009. Ese año pasó la presidencia a José Antonio Martín Curty. A finales de 2011 el IEV creó una junta gestora provisional dirigida por Xoan Carlos Abad. Tres años después sus compañeros lo ratificaron al frente de la nave, a cuyos mandos sigue en la actualidad. La entidad también creció en estructura: de los 19 miembros que la fundaron ha pasado a sumar 27, tras sucesivas incorporaciones entre 1997 y 2013. Por el camino el instituto preparó su primer Glaucopis, el de 1995; se incorporó a la Confederación de Centros de Estudios Locales, en el 97; y fue nombrado, en 2004, Vigués Distinguido. A lo largo de ese periplo ha firmado decenas de obras y recibido valiosos legados que representan una ventana única a la historia local.

Ya con la perspectiva de 25 años de labor ininterrumpida, los miembros del IEV resaltan el trabajo realizado en favor de la cultura local. "Cualquier persona que hoy quiera aproximarse a la historia de Vigo tiene que acudir a los fondos del instituto", destaca Fernando Javier Costas Goberna, uno de los fundadores, quien recuerda que esa sólida bibliografía no existía en el 91. En una entrevista reciente en FARO, Xoan Carlos Abad destacaba también que el IEV ha logrado "que las investigaciones que tratan sobre Vigo estén en todo el territorio nacional". El secretario de la entidad, Antonio Giráldez Lomba, concuerda en que se ha acercado la crónica local a vecinos que desconocían su riqueza y reflexiona sobre el valor de ese logro. "Reconstruir y divulgar el pasado", explica este autor -además de investigar el presente- permite encarar mejor el futuro.

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