Llover sí llovió, aunque por suerte no agua, sino cientos de caramelos. Los dulces lanzados desde las carrozas o por las diferentes comitivas animadas que participaron en el desfile fueron objeto de deseo desde el comienzo de la cabalgata. Muchos eran cogidos al vuelo y los que caían al suelo no aguantaba ahí ni un segundo ya que los 'peques' se lanzaban a por ellos como si fuera el último. Al final posaban orgullosos con sus grandes bolsas inundadas de caramelos que disfrutarán en los próximos días.