El juicio por el presunto fraude fiscal millonario que se atribuye a un empresario vigués pionero en el sector de la telefonía móvil, Manuel F.G., siguió ayer en Vigo. Un agente de la Policía Judicial portuguesa afirmó que la búsqueda de cuatro tiendas informáticas lusas supuestamente implicadas en esta trama tipo carrusel finalizó sin hallarse las citadas sociedades: en una dirección en Braga se encontraron "un centro de estética" -antes hubo una tienda informática que "casi siempre estaba cerrada"-, en otra en Maia había "una peluquería", en otra dirección en Oporto tampoco localizaron empresa alguna y en otra sólo se toparon con "un apartamento".

La tesis del fiscal es que el acusado simuló la venta de discos duros y microprocesadores a Portugal, para defraudar en el IVA, y que para ello en algunos casos usó empresas lusas de las denominadas trucha, sin actividad. La defensa niega el fraude y que las firmas fuesen ficticias, incidiendo en que la inspección policial fue casi tres años después. Un hombre que trabajó para Manuel F.G. declaró que se hacían comprobaciones exhaustivas de las empresas a las que vendían: "Les vendíamos miles de productos".

También declaró la exesposa de José P.U., el otro acusado en el caso, que montó una empresa en Portugal. "Yo de su trabajo no sabía nada; yo me dedicaba a cambiar pañales y a estar en casa", dijo la mujer.