Por su trágico liderazgo entre los viales más peligrosos de la red nacional, la Dirección General de Tráfico (DGT) prueba en la autovía Vigo-Porriño toda una gama de sofisticados sistemas con el objetivo de reducir el número de accidentes. Hace poco más de un mes que activó otros dos radares en varios de los puntos más conflictivos de la A-55, que sumados a los tres ya existentes convertían estos 12 kilómetros en el tramo con la velocidad más controlada de España. Pero este jueves los dos nuevos cinemómetros, ubicados en las curvas de Tameiga y los Molinos (Mos), fueron calibrados para operar con una "tolerancia" menor de lo que hasta ahora y desde ayer disparan el flash a partir de 68 y 88 km/h. Y aprovechando esta corrección, Tráfico ha ampliado la funcionalidad de las imágenes captadas por las nuevas cámaras. Además de los excesos al volante, la foto les servirá también para sancionar al propietario del vehículo si carece de la obligatoria Inspección Técnica de Vehículos (ITV) o del seguro.

De los cinco cinemómetros de la A-55, los últimos activados operan desde los arcos metálicos levantados en los puntos kilométricos 9,2 y 11,7, donde la velocidad se limita a 60 y 80 km/h, respectivamente. Hasta ahora, tanto estos que vigilan el tránsito por las temidas curvas de la autovía, como el resto de radares "saltaban" al paso de vehículos por encima de los 71 km/h y 91 km/h. Aunque no parezca una diferencia sustancial, al situarse los dispositivos en un trazado en descenso obligará a los conductores a circular muy atentos de no superar el límite marcado en las señales fijas. "Poco menos que deberán conducir con el pie en el freno y sin despegar la vista del velocímetro. De lo contrario tienen muchas posibilidades de acabar fotografiados", aseguran fuentes de Tráfico, críticas con los cambios.

Favorables a toda medida que ayude a rebajar la siniestralidad en la autovía, estas mismas fuentes reprochan a la DGT que la mayoría de las actuaciones desarrolladas hasta ahora se apoyen "siempre" en la instalación de radares en lugar de apostar por otras, como las encaminadas a reforzar la seguridad. Sostienen que éstas figuran entre las "más descartables" porque con las cámaras consiguen un doble efecto: "por un lado, combaten la velocidad, por otro, recaudan".

Muy pronto todos los radares de la A-55 sancionarán a partir de esos 8 km/h de margen de exceso con el que ya operan los recién activados, es decir, "saltarán" desde los 68 y 88 km/h. E igualmente, además de la velocidad, también en breve las imágenes suministradas por todas las cámaras aportarán una información más valiosa a los responsables de Tráfico que podría derivar en sanciones por no tener la ITV en regla o carecer de seguro. No es que graben a todos los vehículos ni que el dispositivo sea capaz de detectar al instante si carece de la inspección o la póliza. Para que el conductor pudiera ser sancionado por estos dos conceptos, antes tendría que cazarlo el radar.

El proceso siempre arranca desde la fotografía. Cuando esa imagen del vehículo "corriendo" por la autovía a Porriño llega al Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas de León, la DGT no se limita, como ocurría hasta ahora, a tramitar solo la denuncia por exceso de velocidad. De forma automática comprobará en su base de datos si el coche grabado ha pasado la ITV o si cuenta con el seguro en vigor para enviar la carta al propietario informándole de la propuesta de sanción por los tres conceptos. En estos casos la posibilidad de recurrir cobra especial relevancia para el afectado. Fuentes de la Guardia Civil de Tráfico admiten "desfases" en la actualización de la información por parte de las empresas que gestionan las estaciones de ITV.