Vigo, su ría y las Islas Cíes fueron las tres últimas postales europeas que pudieron contemplar los más de 7.000 viajeros del Oasis of the Seas, el trasatlántico más grande del mundo que ayer zarpó de regreso a Florida tras su periplo por el viejo continente. La ciudad volvió a darle una calurosa acogida como la del pasado sábado 27 de septiembre, cuando el buque hizo escala por primera vez. Aunque el número de curiosos que se acercaron a contemplarlo no fue tan elevado como entonces, la zona portuaria volvió a abarrotarse. "No tiene nada que ver con el primer día, pero no nos podemos quejar", confesaba un hostelero de Cánovas del Castillo.

Los 362 metros de eslora y 64 de manga de esta colosal ciudad flotante asomaron por la ría pasadas las siete de la mañana procedente de Southampton. Los cruceristas fueron recibidos con música y baile tradicional. El graderío de la estación de ría se convirtió en un auditorio improvisado en el que los visitantes pudieron sentarse a escuchar varias piezas interpretadas por la Unión Musical de Coruxo. También hubo grupos de gaiteiros dando la bienvenida a los viajeros. "Vigo tiene una bahía hermosa y, aunque acabamos de bajar del barco, lo poco que hemos visto nos gusta mucho. La música es preciosa", destacaba un matrimonio británico antes de enfilar hacia la zona antigua.

Pero no todos los cruceristas se quedaron en Vigo. En torno a una veintena de autobuses esperaban su llegada para partir en visitas organizadas hacia Cambados, Santiago e incluso Valença do Minho.

Los restaurantes estuvieron repletos, al igual que las tiendas de A Laxe. De hecho, a las doce del mediodía el parking del centro comercial había colgado ya el cartel de completo. La calle de las Ostras fue un hervidero, aunque no precisamente por este popular marisco. "Los británicos apenas las prueban. Moluscos, pocos. Pero gambas al ajillo o paella sí que piden", reconocía el responsable de uno de los restaurantes. Según un estudio de la Universidad, el impacto económico de las dos escalas del Oasis of the Seas rondaría el millón de euros.

El buque partió hacia Fort Lauderdale (Estados Unidos) a las 20.00 horas y fue despedido por decenas de personas. "Fue un reto para el puerto y una ventaja económica para la ciudad", subrayó el presidente del Puerto, Ignacio López-Chaves.