La holandesa Isabelle Van Keulen está considerada una de las artistas más carismáticas de su generación y hoy regresa a Vigo para tocar con la Orquesta Sinfónica de Galicia a las órdenes del israelí Eliahu Inbal. La cita es a las 20.30 en el Centro Cultural Novacaixagalicia.

-¿Qué es lo que más le gusta de Galicia?

-La conozco bastante bien como turista y porque vine a varios recitales. La primera cosa que se me viene a la mente es la comida (se ríe), pero también su atmósfera relajante.

-En Vigo, toca el "Concierto para violín nº 1" de Bartók. ¿Podría describirlo?

-Es una pieza de los principios del siglo XX, pero el compositor nunca llegó a escucharla. Es un trabajo de su juventud, folclórica, algo que no ha sido muy prominente en su carrera. Es muy lírico e increíblemente bonito. Digno de ser recordado.

-La actuación será dirigida por el israelí Eliahu Inbal. ¿Qué puede contar de él?

-Nos conocemos desde hace 30 años. Hemos trabajado entre cuatro y seis veces juntos. Es un gran director y es archiconocida su famosa grabación de Mahler. Somos viejos amigos y siempre es agradable hacer música con quien entiende tu forma de pensar.

-¿Cuándo y cómo se introdujo en el mundo de la música?

-Tenía seis años cuando empecé a tocar el violín, pero hubiera querido que fuera antes, desde los tres años, cuando mis padres me ponían las grabaciones. A los 6 años ya podía leer las partituras y empecé con la profesora Davina van Wely a los once años. Estuve con ella hasta los 19, en el conservatorio de Ámsterdam, luego fui a Salzsburgo por dos años con Sándor Végh, en el Mozarteum. Desde entonces, soy un pájaro libre.

-Ahora es una intérprete versátil que toca tanto el violín, como la viola. ¿En qué momentos prefiere una o la otra?

-Es difícil de decir. Entré en contacto con la viola a los 18 y tuve que comprar una. Hoy trato de compatibilizarlos lo más que puedo. La viola, con tonos más oscuros, me ayuda a buscar otros sonidos en el violín.

-Ha incorporado a su repertorio muchas piezas de compositores contemporáneos. ¿Por qué es tan importante para usted el compromiso con ellos?

-Las piezas más tradicionales, de Beethoven, Bach o Mozart siempre continuarán ahí. Siempre he creído que la buena música podría sobrevivir, también la actual. Por supuesto, no todas las piezas modernas son buenas, pero las que lo son pueden trascender a su tiempo y convertirse también en habituales en los repertorios como las de estos compositores. Como músicos, representamos la música de ahora.

-¿Cómo se siente cuando un compositor decide dedicarle una obra ?

-Siempre es un gran honor. Tengo algunas maravillosas piezas escritas para mí, por ejemplo, de Theo Loevendie y de Erkki-Sven Tüür. Se sientan conmigo y observan mi estilo al tocar. Ajustan el concierto a mi forma de tocar. Es muy especial.

-En 2011 creó el cuarteto Tango Nuevo y acaban de grabar un CD con obras de Piazzola. ¿De dónde le viene el interés por el tango?

-Cuando era una niña escuchaba estas piezas. Me atraía mucho esta música que nunca había tocado y, cuando surgió la ocasión, empezamos con el cuarteto. El éxito fue tal que se ha convertido en una parte muy importante de mi vida. Es totalmente lo contrario a tocar Mozart, pero, de nuevo, se complementan: puedes aprender de Mozart cómo tocar a Piazzola y también al revés. La libertad, los colores, la música...

-¿De qué se siente más orgullosa en su carrera?

-Quizás, no solo de tocar el violín. Yo soy curiosa con las nuevas cosas, toco el violín y la viola, enseño, puedo estar en una orquesta, puedo ser solista, intento ser lo más abierta y curiosa posible. Eso es algo que me define.

-¿Cuál es la principal enseñanza que intenta transmitir a sus alumnos?

-Básicamente, la misma actitud que tengo tras un largo camino. He comprendido que nosotros no componemos los con ciertos, así que tenemos que interpretar las piezas lo más cercano al texto posible. Ser respetuoso con el compositor es lo principal.