El despilfarro de 1.200 millones de euros no es suficiente para igualar las condiciones que ofrece la naturaleza 150 kilómetros más al sur. La decisión de construir dos puertos exteriores -en el país de las 17 rías- ha quedado en evidencia en la primera oportunidad. Vigo fue el escenario esta semana de unos de sus embarques más gigantescos. La carga del buque militar LHD Adelaide, último barco construido en Navantia, sobre el semisumergible Blue Marlin se llevó a cabo sin el menor incidente, todo lo contrario a lo ocurrido en agosto de 2012 en Punta Langosteira con el Camberra.

Construcción. El Gobierno de Australia firmó en 2007 un contrato con España para suministrarle tres destructores a partir de la fragata F-100,a construir en el país austral, y dos barcos de posicionamiento estratégico, similares al español Juan Carlos I. Los astilleros ferrolanos de Navantia se encargarían del Camberra y el Adelaide, los dos nuevos buques insignia de la Marina aussie, con un precio de 500 millones de euros cada uno.

"LHD Camberra". En junio de 2012, finalizó la construcción del primero de ellos. El casco, sin puente de mando, no podía viajar por sus propios medios, por lo que la naviera holandesa Dockwise se encargaría del traslado gracias a su carguero de última generación Blue Marlin. La travesía, de 55 días, empezaría en cuanto se cargase el Camberra sobre su panza.

"Daños estructurales". El lugar escogido para tan delicada operación fue el de Langosteira. Era agosto, por lo que no se preveía ningún problema, pero el estreno del puerto no pudo ser peor. Las corrientes y el viento golpearon el Camberra contra las torretas y los postes-guía del Blue Marlin, causando "daños estructurales", en palabras de Dockwise. Un año después saldría a la luz el accidente registrado en una operación que los responsables del puerto coruñés habían descrito como un "éxito". El incidente generó unos días de retraso, pero sobre todo provocó la desconfianza de Australia, de la naviera holandesa y del astillero Navantia. Las tres partes decidieron modificaciones "importantes" en el segundo cargamento.

"LHD Adelaide". Los planes cambiaron con el LHD Adelaide, debido en parte a los plazos de entrega a Australia y a la ventana de salida de Dockwise, que dispuso tres meses de margen para realizar el viaje (en caso contrario Navantia debería ponerse en la cola de pedidos). Todo esto significó que la operativa tenía que llevarse a cabo en diciembre. Consecuencia: Langosteira, descartado de forma tajante por tratarse de unas fechas en las que el mar no da un respiro en la costa coruñesa.

"Seguridad". Nadie tuvo dudas. Tal y como fue narrando FARO durante estos dos meses, los responsables de Navantia, de Dockwise e incluso la embajadora de Australia aseguraron que la carga se realizaría en la Ría de Vigo porque se trataba del lugar que ofrecía más "seguridad".

Sin problemas. Ni siquiera el viento (16 nudos) que soplaba en la Ría de Vigo el pasado 10 de diciembre puso en peligro la operación. Bastó con esperar dos horas para que su intensidad se redujese y el mar se quedó como un espejo. A las cuatro de la tarde, el Adelaide ya estaba en la cubierta del Blue Marlin y a la mañana siguiente, tras emerger, amarró en la Estación Marítima para que un centenar de soldadores de Freire acabaran la faena sin problema.

Condiciones. El presidente de la Sociedad Galega de Historia Natural, Serafín González, lo resumía así: "El embarque ha dejado en ridículo a los puertos exteriores de A Coruña y Ferrol". Y es que las condiciones de Vigo, protegido de cualquier viento y con calados en su canal central de 40 metros (70 en la bocana sur), están muy por encima de los dos megapuertos. Langosteira, azotado por el mar durante meses, solo cala 30 metros, y el de Ferrol no pasa de los 20 metros de profundidad. El Blue Marlin necesitaba al menos 25.