Mónica, su marido Antonio y sus tres hijos son un claro ejemplo de lo rápido que puede cambiar la situación de una familia por la falta de empleo. Residían en un piso en el centro y trabajaban los dos, ella por horas en una empresa de limpieza, y él en el sector de la construcción. Hace cuatro años y coincidiendo con el tercer embarazo de ella, se mudaron a casa de su suegro a Cabral para cuidarlo y porque ya tenían dificultades para pagar el alquiler. Decidieron "ayudarnos mutuamente". "Nosotros lo cuidamos y él al mismo tiempo nos daba un hogar donde vivir", relata Mónica.

Con tres generaciones bajo el mismo techo, a la familia se sumó un miembro más pues un hermano pequeño de Antonio, Ricardo, también desempleado, se mudó a casa de su padre al no poder pagarse un alquiler. Aunque el cambio fue duro, Mónica reconoce que todos han aprendido con esta experiencia.

"La vida nos cambió 100%. De repente te encuentras con que no puedes pagar tu piso y fue una suerte tener familia en la misma ciudad y que pudiera echarnos una mano. Creo que con el tiempo mis hijos y nosotros mismos acabaremos valorando más lo que tenemos y el poder contar con el apoyo de nuestros familiares", explica Mónica, que se encarga de la casa y los niños mientras su marido Antonio y su cuñado realizan trabajos esporádicos con los que van pagando los recibos. Con ganas de trabajar para salir adelante y un humor envidiable, Mónica y su familia reconocen que la clave para que la situación funcione es la colaboración entre todos. "Mi marido busca trabajo y hace pequeñas reformas, mi cuñado ayuda a un amigo en la carpintería y yo me encargo de la huerta y de los animales que son una gran ayuda para ahorrar y comer sano".

"Estamos muy unidos y nos damos apoyo. Ese es el secreto", explica Mónica mientras agradece también el apoyo de asociaciones como AFAN y de sus padres y hermanas que también les echan una mano en lo que pueden.