La tradicional Festa dos Maios con la que los vecinos de O Casco Vello dan la bienvenida desde hace 31 años a la cálida, florida y fértil primavera, adquirió en esta edición tintes de mitología griega por la relación paterno-filial de los actores que interpretaron al rey derrocado -Félix de la Rosa, en el papel del invierno- y a la joven reina entronizada -Ada de la Rosa, como la primavera-. Ajeno a estos entresijos de la representación teatral, un público con gran presencia infantil participó en la contienda animando al héroe popular que expulsó al "señor de la lluvia, el viento, los rayos y las heladas": el maio.

La jornada festiva comenzó bien temprano con la decoración de la farola de la Praza da Constitución con helechos, espadañas, crisantemos, margaritas, limones, naranjas e incluso huevos pintados. En esta ocasión, el maio de la Asociación Veciñal do Casco Vello lució los colores de la bandera viguesa. Los maios invitados fueron el de Deleite, el viviente de la asociación de Sárdoma, el molino del Furancho A Balsa de Matamá y el muñeco con el símbolo de la paz de Imán. En las coplas que los acompañan, de marcado carácter reivindicativo, este último grupo no dejó pasar la oportunidad para rechazar los recortes, desear empleo y pedir tanto la integración, como la garantía de un techo protector.

Como reconocimiento "al trabajo bien hecho", la asociación del Casco Vello entregó su Maio de Cor -representado en la figura de cerámica realizada por Emilia Guimerans- a la Fundación Penzol, en el año en el que se cumple el cincuentenario de su fundación y el centenario del nacimiento de su primer director, Francisco Fernández del Riego. Lo recogió su presidente, Alfonso Zulueta de Haz, que alabó la inquietud cultural del colectivo vecinal.

Sobre un carro que desprendía niebla y lanzando hielo picado, el invierno llegó con sus tenebrosas carcajadas a la plaza: "Sobre la tierra reinaré mil años de frío y hierro". Pero no se lo permitieron. El cuco, que anuncia la llegada de la primavera, entró sobrevolando la cabeza de los presentes, seguido por el maio (Adrián Menduiña), haciendo equilibrios sobre cuatro palos. El héroe perdió en su primer enfrentamiento con el invierno, que se enfrentó a los abucheos de los niños. Tras reponerse de su letargo, el maio venció en el segundo asalto tras un tenso tiro de cuerda. Prendió fuego al corazón de paja del glacial malvado, permitiendo la entrada de la primavera, que fue recibida con los bailes de las cintas y los arcos. La feliz pareja, ya unida, cerró la victoria con un baile en la plaza y el deseo de los presentes de que la cálida estación haya llegado de una vez para quedarse.