Forman uno de los estudios más reconocidos de Vigo y el premio "Arquitectura en Positivo" reitera una vez más su maestría y capacidad de innovación. Salvador Fraga, Javier García-Quijada y Manuel Portolés han merecido el galardón gracias a las nuevas instalaciones de la Policía Nacional en López Mora, una obra en la que trabajan desde hace ya cuatro años y que ha empezado a tomar vida –las gestiones del DNI ya se realizan en uno de los edificios–. "El Consejo Superior de Arquitectos de España ha querido mandar un mensaje de aliento y positivo con estos premios pese a la situación de crisis del sector", considera Fraga. Más directo es Portolés: "significa la explicitación de que no estamos muertos y de que la actividad de los arquitectos sigue viva".

Espacio abierto

El nuevo complejo policial está formado por la agrupación de tres construcciones: el antiguo Hospital Militar de Vigo, que se remodela interiormente; el edificio principal, con fachada a Álvaro Cunqueiro; y el bloque que da hacia Pinto Lugrís. "Tratándose de un edificio público optamos por realizar una arquitectura abierta y de pabellones que contribuye a la mejora del espacio urbano en el que se ubica", explican. Así, frente al anterior recinto completamente amurallado, ellos han apostado por un cierre acristalado que permite la permeabilidad visual. Asimismo, han trasladado la antigua entrada de López Mora a Álvaro Cunqueiro para crear allí una zona verde de 720 metros cuadrados que prácticamente enlaza con la Plaza de la Independencia –obra suya también–. Las cubiertas ajardinadas y ecológicas son otra de las características del nuevo complejo policial que, además, destaca por sus fachadas acristaladas en las zonas de menor privacidad y por contar con un "velo" de chapa perforada en las zonas soleadas –permeable a la vista solo desde el interior–. Finalmente, destacan los núcleos de comunicación vertical en hormigón, con celosía de lamas de granito superpuestas.

"Lo más difícil fue cumplir arquitectónicamente el programa porque aquí trabajan 750 personas en diferentes brigadas y hay zonas para el uso de funcionarios, visitantes, público, detenidos... y los grados de accesibilidad son diferentes", aclara Portolés. El siguiente reto que tuvieron que superar es el hecho de que la policía nunca llegó a abandonar el complejo, por lo que tuvieron que realizar las obras en sucesivas fases.

Los tres profesionales asumen que la crisis acabará con los estudios clásicos en los que un determinado número de personas trabajaba para un arquitecto. "Sobrevivirán aquellos que aproximen su labor a la ingeniería técnica y a formas más ingeniosas de trabajo, los recién licenciados ya se han adaptado a ello", dicen. Los tres sostienen que los arquitectos españoles son los mejores formados de Europa gracias a haber recibido una formación generalista que, entre otras cosas, les permite calcular estructuras o instalaciones y, por lo tanto, "saber leer lo global".