Las operaciones de salvamento dispondrán a corto plazo de un valioso aliado gracias a un proyecto de cooperación entre investigadores y empresas viguesas para desarrollar un dispositivo móvil que podrá ser instalado en aviones no tripulados y que tendrá capacidad para detectar teléfonos móviles GSM y así determinar con exactitud la posición de las personas extraviadas. Los socios de este consorcio tecnológico son iQUBE, la firma impulsora del proyecto, el centro Gradiant, y el grupo GTI de la Universidad, todos ellos radicados en el campus, junto con la empresa de ingeniería e innovación Centum, cuya sede está Madrid y que será la encargada de llevar este nuevo sistema al mercado.

Sus primeros contactos comerciales tendrán lugar a finales de esta misma semana durante la feria AUVSI de Washington, especializada en tecnología para aeronaves no tripuladas. Pero el proyecto ya se ha dado a conocer a diferentes Cuerpos de Seguridad de nuestro país y el consorcio ha alcanzado un preacuerdo con el equipo de rescate de la Guardia Civil para realizar los primeros test del sistema en los Pirineos aragoneses. Además, también se ha presentado al Programa Coincidente del Ministerio de Defensa, cuyo objetivo es identificar tecnologías de su interés procedentes del ámbito civil y que supondría "un potencial gigante".

El dispositivo en el que trabajan los ingenieros vigueses se basa en tecnología SDR (Software Defined Radio), cuyo uso en Europa todavía está muy poco extendido. "La industria militar la utiliza desde hace tiempo, sobre todo, en EE UU, pero en nuestro continente incluso en este ámbito su presencia es escasa y en el civil, prácticamente residual. Somos un referente en España en SDR e incluso si instalásemos nuestro sistema en un helicóptero convencional estaríamos ante un proyecto bastante rompedor", destaca Alexandre Bastos, socio director de iQUBE.

Las soluciones SDR son mucho más flexibles y permitirán al consorcio "evolucionar a diferentes versiones en el mercado de forma rápida". De esta forma y sin necesidad de grandes desarrollos, el dispositivo en el que trabajan actualmente podría detectar también teléfonos 3G o 4G, así como otros sistemas de radiocomunicación como el que utilizan los Cuerpos de Seguridad o los barcos de pesca.

Los expertos vigueses adaptan su sistema a un avión de unos cuatro metros de envergadura en el que disponen de un pequeño espacio de unos cuarenta centímetros de largo. Además de estas restricciones de espacio, deben adaptarse a las de peso y potencia, así como integrar su diseño en el sistema global de la aeronave.

Un elemento diferencial y de gran interés del proyecto viene dado por las cinco antenas que instalarán en las alas del aparato no tripulado con el objetivo de localizar a la persona perdida de forma precisa.

Jorge Muñoz, investigador de Gradiant, explica su funcionamiento: "Es muy parecido a la forma en la que las personas escuchan y pueden identificar la procedencia de un sonido. La diferencia es que el avión tiene cinco oídos en lugar de dos y, con su movimiento, va cambiando la posición de las antenas y acotando la zona donde está la persona buscada para dar aviso a la estación receptora y que ésta movilice a las patrullas".

Este consorcio, en el que cada socio asume el mismo riesgo inversor además de contar con un préstamo de 1,2 millones del Ministerio de Ciencia, se apoya en estudios previos realizados por el centro Gradiant y el Grupo de Tecnologías de la Información (GTI) de la Universidad que dirige Javier González Castaño: "Hay que evitar que investigaciones en las que hemos invertido muchos esfuerzos se queden en las estanterías y tratar de transferir activos al mundo empresarial que generen retornos y del que puedan salir otros proyectos". En este caso concreto, apunta Alexandre Bastos, han logrado conjugar "la secuencia perfecta desde la investigación básica hasta el mercado".