"Ilustradores Galegos de Preguerra, 1880-1936" es el título del libro que esta tarde presenta el Instituto de Estudios Vigueses. Su autora, Mercedes Bangueses, acota estas dos fechas ya que la primera es considerada clave en el Rexurdimento de la literatura gallega, pues se publican los libros "Follas Novas" de Rosalía de Castro y "Aires da miña terra" que desencadenaron la necesidad de retomar el gallego en la escritura como elemento fundamental en la regeneración de la cultura propia, mientras que 1936 supone la interrupción de ese proceso por el estallido de la guerra civil, que trae como consecuencia reclusiones, exilio, olvido y muerte para muchos de aquellos que durante décadas, quisieron hacer del libro la razón de su existencia.

Desde mediados del siglo XIX, la invención de la fotografía y la calidad que con ella se consigue, supuso un importante desafío para el mundo del arte, en especial para la transmisión de imágenes, que era uno de los principales cometidos del grabado. El fenómeno se enmarca además en un proceso de industrialización en el que participan también la litografía y el grabado en madera cortada a contrafibra.

El paso definitivo fue el desarrollo del fotograbado, que sustituye a lo largo del último cuarto de siglo a los demás sistemas de ilustración. La litografía industrial se mantiene algo más tiempo gracias a su capacidad de realizar reproducciones en color. Grabados minuciosos, hermosos, heterogéneos, buscaban el impacto visual de la divulgación masiva de las imágenes. Con técnicas variadas como el gouache, acuarela, tinta, fueron realizadas con soltura, valiéndose los autores de la pincelada sencilla, leve y firme.

Talleres de periódicos

En la publicación se señala que no todas las editoriales contaban con talleres de impresión, por lo que en muchas ocasiones recurrían a los de la prensa periódica para la realización de los libros. Y entre ellos se cita, además de FARO DE VIGO, a El Pueblo Gallego, La Voz de Galicia, El Correo Gallego o La Región.

El volumen de libros ilustrados en Galicia antes de la guerra civil supera el medio millar, lo que permite establecer numerosas variables. Una de ellas es que autor e ilustrador sean la misma persona. Es el caso, entre otros, de Enrique Mayer, Armando Cotarelo Valledor o Vicente Risco. De cualquier modo, el autor en el que esta variante se produce con más frecuencia es Castelao, con hasta seis publicaciones. En las ilustraciones de Castelao, además de paisajes destaca las personas que se acercan a la perspectiva del pueblo gallego.

Desde 1894

El primer libro ilustrado en el período cronológico establecido fue "Ferruxe", escrito por Aurelio Ribalta y editado por Andrés Martínez en 1894. En la portada se representa a una costurera ante un balcón, dibujada por Urbano González Varela. El primer libro ilustrado en imprenta adquirida en 1894 por Eugenio carré Aldao corresponde a ¡Lenda de Horrore! de Galo salinas Rodríguez y la portada lleva la firma de Ovidio Murguía de Castro, hijo de Rosalía Castro.

La mayoría son en blanco y negro, aunque abundan también las de color. Los ilustradores emplean distintas tendencias para reflejar paisajes, escenas costumbristas, fiestas, personajes, acontecimientos más o menos realistas pero también sentimientos, pensamientos o ideales que demuestran su capacidad creativa.

La publicación se completa con la relación de libros ilustrados, cuarenta en total, así como de los autores.