"Con un desembarque así todos los días salimos de la crisis seguro". El que habla es uno de los camareros de una cafetería del Casco Vello. Son las once y media de la mañana y sus trabajadores ya no dan abasto. Su terraza está repleta de cruceristas y apenas tienen tiempo para tomarse un descanso. "Llevamos así desde primera hora. Lo de hoy [por ayer] es increíble. Ojalá llegaran barcos así todos los días", decía Jesús Domínguez mientras servía varios pinchos y refrescos a un grupo de estadounidenses que llegaron a bordo del Star Princess. "Lo mejor que tienen son las propinas. Son muy, pero que muy generosos", decía otro empleado mostrando el euro que uno de los turistas había dejado. "De ahí para arriba", presumía.

El ir y venir de turistas se notó sobre todo en el entorno de la Estación Marítima, en el Casco Vello y en la zona de Príncipe, donde las cafeterías estuvieron repletas durante toda la mañana y muchos comercios pudieron presumir de colas frente a caja más típicas en épocas de rebajas.

"El impulso que está teniendo en Vigo el turismo de cruceros nos está dando la vida. Aunque es cierto que la crisis económica también les afecta y no gastan tanto como antes, quizás también por la pérdida de valor del dólar frente al euro, cuando llega un barco, sobre todo con británicos y estadounidenses, no nos podemos quejar", aseguraba, con su tienda de recuerdos hasta arriba de turistas, Carlos Alonso. "¿Lo qué más compran? Trajes de gitana y mantones de manila. Intento que se lleven souvenirs típicos de Galicia, pero es más difícil convencerlos. Se llevan lo que conocen de España", decía señalando a un crucerista que rebuscaba entre la colección de mantones de manila que tiene a la venta.

Unos metros más arriba, en la calle Carral, el comercio de ropa complementos y tapices Elena García está al completo. "Hemos tenido que habilitar espacios de la tienda como probadores", ejemplificaba su dueña señalando a un grupo de personas que se "escondía" detrás de una gran tela. Pero este negocio no sólo está frecuentado por cruceristas. Las tripulaciones de los barcos son clientes habituales. "Muchos nos han encargado alfombras durante sus escalas y que recogen meses más tarde cuando vuelven a atracar en Vigo", aseguran.

El responsable de la mantequería y licorería Arjeriz, Juan Antonio Marcote, despacha a varios turistas mientras lamenta que desde hace años los cruceristas apenas le compran licores. "Antes venían con carros y se los llevaban repletos. Ahora no les dejan subir alcohol al barco y, aunque alguno no se resiste a llevar el brandy español, cada vez son menos", afirma.