Rivales políticos en casi todas las esferas públicas, el PSOE y el PP llegaron ayer a un acuerdo inusual en Vilagarcía. Con un gobierno en minoría que le bloqueaba la organización interna del Concello, los socialistas se han visto obligados finalmente a firmar un pacto con los populares, que no eran ni de lejos su primera opción. El PSOE ha tenido que recurrir a su último cartucho para garantizar la gobernabilidad, sellando una alianza con el PP que en junio, el ahora alcalde, Alberto Varela, consideraba "antinatura". Se trata de un "acuerdo por la estabilidad" -según define el propio Ejecutivo municipal- para desbloquear la organización del Ayuntamiento, que lleva enquistada desde hace más de tres meses. Así, el apoyo de la formación conservadora -con siete concejales- permitirá al PSOE aprobar los polémicos salarios, así como la constitución de distintos organismos municipales.

El Ejecutivo socialista defiende la legitimidad del acuerdo alcanzado con el PP, aludiendo a que entre ambos grupos suman 15 de los 21 ediles de la corporación (más de dos tercios). Y el líder del PP, Tomás Fole, reconoce que aunque se trata de un acuerdo "atípico" y con detractores en ambas formaciones, era necesario para desbloquear el funcionamiento interno del Concello.

Este pacto no le ha salido gratis a los socialistas, pues a cambio de los votos populares -el acuerdo se elevará por la vía de urgencia al pleno ordinario de esta tarde-, el Gobierno socialista concede al partido de Tomás Fole una dedicación exclusiva o dos parciales (a elegir por el PP), representación en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria y en la Mancomunidade do Salnés, y la vicepresidencia del patronato de Fexdega.

El PP también ha logrado que Varela se comprometa a ejecutar obras y proyectos programados cuando gobernaban los populares, entre ellos los tan criticados "columpios de Fole", en alusión a dos zonas lúdicas en el ayuntamiento. Finalmente Alberto Varela realizará estos proyectos, así como la construcción del nuevo gimnasio de Rubiáns, la reposición de la cubierta de la grada de preferencia del campo de A Lomba, la rehabilitación del hórreo del parque de A Xunqueira, la humanización de la calle Conde Vallellano, el asfaltado de Valle Inclán o la puesta en valor del Balneario de Compostela.

Si bien los socialistas continuarán gobernando en minoría con sus ocho concejales, el portazo que acaban de dar a las fuerzas de izquierda -después de tres meses de flirteos sin éxito- solo les deja la opción del PP para sacar adelante todas sus propuestas.

De hecho, el acuerdo con el PSOE recoge la petición conservadora de crear grupos de trabajo o seguimiento de los asuntos municipales clave para la ciudad, como los prepuestos, las ordenanzas o el Plan Xeral, donde participarán todos los partidos políticos con representación en la corporación (PSOE, PP, Esquerda Unida, BNG y Somos Maioría).

En cuanto al aspecto económico, que desde el principio ha constituido el principal escollo para alcanzar un acuerdo con las fuerzas de izquierda, la alcaldía socialista mantiene la última propuesta anunciada, a excepción de la liberación que ahora otorga al PP y de los salarios de los dos cargos de confianza, que se modifican.

Los gastos en órganos de gobierno permanecen intactos, con 48.000 euros brutos anuales de salario para el alcalde, 32.984 para la teniente de alcalde y 26.387 para cada uno de los otros tres ediles socialistas liberados. En total, las arcas de Vilagarcía soportarán seis dedicaciones exclusivas (cinco del PSOE y una del PP) o bien cinco totales y dos parciales, según elija la formación de Fole.

En su comunicado, la alcaldía defiende la legitimidad del acuerdo y los gastos en órganos de gobierno -incluyendo también las asignaciones a concejales y grupos en su conjunto-, pues "no superan el techo de gasto del último mandato y está por debajo de la media de cualquier concello de la comarca y desde luego muy por debajo de lo que permite la ley para un municipio de las características de Vilagarcía".

Por su parte, Tomás Fole admite que el pacto resulta "atípico" y que por ello "ha tenido detractores tanto en las filas del PSOE como del PP", pero considera que era necesario. "Al final se impuso la cordura, porque el de Vilagarcía era el único Concello de Galicia que aún no había celebrado el pleno de organización", asegura. El líder del PP local añade que a esta situación se ha llegado debido a la "cerrazón" de los demás partidos de izquierdas.