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Una madre de Vigo, sola y al límite

Renuncia a su empleo de empleada doméstica para ocuparse de su pequeño, autista, en vacaciones ante la falta de ayudas

Un niño autista, en una imagen de archivo // Miki López

Una madre de Vigo, que prefiere no facilitar su nombre, dejó ayer su trabajo como empleada doméstica hasta el día 9 de septiembre para así poder ocuparse de su hijo de nueve años, que padece autismo y se muestra violento o difícil de tratar cuando sus rutinas varían y lo cuidan desconocidos. Había solicitado ayuda al departamento de Menores de la Xunta para que se ocupase de él durante las vacaciones escolares, pero la han derivado a otra consellería en un proceso burocrático que se ha ido alargando mientras ella se iba quedando sin tiempo. El miércoles el concello de Vigo también le retiró el servicio de canguro que le concedió hasta el miércoles por la misma razón que Menores no la atiende: carece de personal cualificado para atender al niño. Mientras tanto, ella, que se encarga de su hijo sola porque la familia de su padre se ha desvinculado de ellos y este tiene problemas legales, carece de medios para que alguien cuide a su hijo mientras trabaja. "Este mes no tengo para pagar el alquiler y no puedo más", resume.

Un detalle ilustra la situación que vive esta madre, extranjera con varios años de residencia en Galicia y que prefiere mantener su anonimato, así como evitar ser fotografiada: contactar con ella resulta complicado. A la tercera llamada se puede concertar una cita entre tonos de voz agitados y sensación de estrés. "Estoy desbordada", dice.

Reside en Vigo y limpia varias casas que le reportan 600 euros mensuales, de los que el alquiler se come 330. Además de los gastos de manutención de ella y su hijo, diagnosticado con un trastorno de autismo medio-grave y grado III de dependencia desde 2010, comparte durante el curso los gastos de transporte diario de este al centro de educación especial A Barcia de Santiago con una familia de Mos, donde quiere que permanezca internado. "Con la rutina está mucho mejor; si la cambias, se altera", alega.

Las vacaciones de verano suponen un vacío en la atención de su hijo que no puede cubrir. Hasta ahora, el servicio municipal de atención domiciliaria -es beneficiaria de la ley de dependencia- le ofrecía un cuidado de 4 horas, que realmente acababan siendo algo más de cinco, y la madre reducía su jornada, y por tanto su salario, para ocuparse de él el resto del día. "Dado el trastorno tan grave que padece el menor, estas soluciones solo contribuían a desestabilizarlo y alterarlo significativamente, provocando reacciones autolesivas, en contra del abordaje recomendable desde el punto de vista terapéutico, educativo y asistencial", recoge el expediente sobre el caso de la jefatura territorial de Vigo de la Consellería de Traballo e Benestar sobre un niño que "muerde, grite, araña [?], no es consciente de los peligros y raramente [usa] alguna palabra con sentido, dado que no tiene lenguaje funcional".

El verano pasado fue el último que los abuelos del niño se hicieron cargo de él, por lo que en mayo la madre, sabiendo lo que se avecinaba, solicitó ayuda a la administración, equivocándose de ventanilla, según la Xunta. En mayo fue derivada por el centro municipal de información de Dereitos da Muller de Vigo a Menores de la Xunta, donde solicitó que Benestar ejerciese la "guarda administrativa" del pequeño durante las vacaciones. El centro de A Barcia y el departamento social de Vigo abogaban por esta fórmula, que fue denegada el 18 de junio, alegando "la no apreciación de una problemática en relación al menor que pudiese ser abordada con éxito desde el sistema de protección de menores". "Ningún centro de acogida de los que puede disponer la entidad pública protectora de menores podría, en la actualidad, garantizar la integridad del menor, teniendo en cuenta el gran desajuste conductual que manifiesta, por carecer de materiales y de personal que se requieren en la atención de personas con trastornos generalizados del desarrollo", concluye derivando el caso a las consellerías de Sanidade o Educación.

Un aspecto similar alega sobre el fin del servicio de canguros el concello de Vigo, que cuenta con un programa de respiro familiar en casos de dependencia. "Pero esta mujer no lo ha solicitado", añaden fuentes municipales.

Inmersa en el laberinto burocrático en que vive, la madre ha aparcado su empleo hasta el 9 de septiembre, cuando el centro de educación abre de nuevo, y no sabe cómo afrontar sus gastos hasta entonces. "Además, cuando llego a casa está todo roto: la televisión, el microondas?", lamenta tras varias entrevistas la semana pasada con los servicios sociales municipales. De hecho, apela directamente al alcalde de Vigo, Abel Caballero, para intentar una solución urgente.

Su expediente en Menores resume su caso. "Su subsistencia depende de su trabajo como empleada del hogar y carece de arraigo familiar en España y, por ende, de soporte de ayuda para el cuidado de su hijo. Hacia él, presenta una vinculación adecuada. Se muestra muy cariñosa y está pendiente de su bienestar", describe.

Mientras la administración debate sobre su caso, ella mantiene su estabilidad pendiente de un hilo, estudia presentar una denuncia judicial y centra su vida plenamente en su hijo, "que tiene autismo, no está loco", postergando cualquier otra actividad. "Ya no recuerdo ni siquiera lo que es ir a la playa", concluye.

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