Los augurios más apocalípticos sobre la gripe A han dejado la salud de los ciudadanos prácticamente intacta y las arcas del Gobierno español con 333 millones menos que han ido parar en buena parte a la compra de antivirales. La pandemia del siglo XXI, tal y como la definía la OMS, no ha pasado de resfriado. La máxima autoridad sanitaria del mundo no ha acertado con el diagnóstico. Pronosticaba 150 millones de muertes a causa del virus H1N1 y a día de hoy han muerto menos de 12.000 personas –272 en España–. Un desfase demasiado grande que ha despertado todo tipo de sospechas. ¿Se exageró la alarma intencionadamente? ¿Quién ha salido beneficiado?

Las farmacéuticas se han situado en el punto de mira. Han empezado a surgir las primeras voces críticas que apuntan a que todo ha sido fruto de una estrategia deliberada para fomentar el miedo entre la población y engrosar los bolsillos de los grandes laboratorios. Cuatro son las compañías a las que la Agencia Europea del Medicamente ha autorizado el desarrollo de antivirales: la francesa Sanofi-Pasteur, la británica GlaxoSmithKline, la suiza Novartis y la estadounidense Baxter.

"La gripe A es la mayor campaña de marketing de miedo de la Medicina", señalaba ya hace meses a FARO DE VIGO Miguel Jara, periodista especializado en temas de salud. Según explicaba, las farmacéuticas han reducido sus beneficios en los últimos años y necesitan crear nuevos fármacos que les permitan aumentar su margen de beneficios.

Pero no han sido los grandes laboratorios los que han desatado la alarma con sus declaraciones. Desde que se registraron en México los primeros casos de gripe A el pasado mes de abril, la OMS ha ido elevando poco a poco el nivel de gravedad de la pandemia. "Este virus viaja a una velocidad increíble, inédita", había asegurado en agosto la directora de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan. Esta responsable advertía de que entre las muertes por este virus no estarían solamente personas enfermas, sino que un 40 por ciento de los decesos se registrarían entre jóvenes adultos en buen estado de salud –en España, sin embargo, sólo dos de los 272 fallecidos no presentaba ninguna patología previa–.

Antes de empezar el otoño, la OMS seguía lanzando mensajes de alerta. "Lo peor está por llegar", advertía. Sin embargo, la incidencia fue en descenso.

Los errores de cálculo de la OMS con respecto a la gripe A han hecho creer a algunos que forman parte de una estrategia intencionada y que existe cierta complicidad entre esta organización y las grandes farmacéuticas. Epidemiólogos como el alemán Wolfgang Wodarg, que preside además la Comisión Nacional de Salud, ha llegado a denunciar incluso conexiones entre responsables de la OMS y los grandes laboratorios.

La pandemia se ha desinflado hasta tal punto que cada vez son más las críticas que surgen contra la Organización Mundial de la Salud, institución que ha marcado a rajatabla cada una de las políticas de los países afectados por la gripe A bajo la excusa de unificar criterios. Con su credibilidad bajo tela de juicio, la OMS ha encargado a profesionales independientes que revisen su estrategia y determinen si las farmacéuticas han influido en las decisiones de las autoridades sanitarias.

En España el Ministerio de Sanidad adquirió 37 millones de dosis de antivirales para hacer frente a la gripe A. La presión ejercida por la población, alarmada por la epidemia, obligó a cada gobierno a comprar el mayor número posible de vacunas. Pero el descenso en el número de afectados por el H1N1 a partir del otoño rebajó la inquietud de los ciudadanos, al tiempo que empezaban a plantearse dudas sobre los posibles efectos secundarios que podría tener una vacuna que se aplica por primera vez.

A finales de diciembre la cifra de españoles que se vacunaron era de más de un millón, sólo un 12 por ciento de lo previsto, según el Ministerio de Sanidad. Al igual que en Francia, el Gobierno español empezó a plantearse la posibilidad de donar o revender las dosis sobrantes. De los 37 millones de vacunas que encargó en un principio, sólo se quedará con 13,5 millones.

Pero éste no fue el único gasto sanitario que desencadenó la alerta de pandemia. En España se han vendido 15 millones de mascarillas, unos 25 envases de desinfectantes de manos, otro tanto de guantes de látex, además de kits antigripe.