Fin de fiesta por todo lo alto para un Teucro que ya solo piensa en Asobal. El conjunto lerezano aprovechó el último partido de liga ante Bordils, con un millar de personas en las gradas, para organizar una celebración a la altura de un ascenso a la máxima categoría del balonmano español y rendir tributo a una afición que no le dejó solo durante su travesía en la División de Plata.

El equipo teucrista comenzó con honores de campeón, recibiendo por segunda jornada consecutiva el pasillo del rival. Y finalizó con una victoria trabajada en la que hubo tiempo para abrir boca para lo que vendría después. Pese a que no había nada juego, los fieles azules no quisieron perderse ni un detalle del epílogo de una temporada sobresaliente.

El "campeones, campeones" atronó en las dos gradas laterales del Pabellón Municipal, semillenas para la ocasión en una jornada en la que todo fueron sonrisas y que comenzó con la unión en la carpa con comida y bebida que el club instaló en el frontal del feudo a las orillas del Lérez.

Con "el año que viene, el Teucro en Asobal", la gente quiso decir adiós a la División de Honor Plata y saludar ya a la máxima categoría, que aguarda a partir de septiembre. La bocina anunció el final y entonces comenzó un homenaje mutuo entre equipo y afición. Los segundos, porque no dejaron de ovacionar a todos y cada uno de los artífices del ascenso. Los miembros del club, porque se acordaron en cada una de sus palabras.

Fue entonces el momento del paseíllo a cada uno de los campeones, victoreado por la grada con especial énfasis en el capitán, Carlos García, el veterano Dani Hernández y el sufridor José Rial, que regresó en los últimos partidos tras una larga lesión para ayudar al equipo en el tramo final de liga. Una vez los jugadores fueron subiendo al preparado escenario para hacer "piña", fue el turno de Carlos García, que quiso caldear aún más el ambiente iniciando su discurso con la canción de la Rianxeira.

Una vez el Pabellón hubo entonado el "ondiñas veñen", el de Carballo agradeció enormemente a todos el apoyo, pero se quiso acordar de las familias de los miembros del club, "que siempre están para empujar cuando vienen mal dadas" y recalcó que cada vez que ven el Municipal "a rebosar, las penas se olvidan".

Luego fue el turno de un Quique Domínguez que estuvo estelar. El técnico explicó que él lleva siendo parte del Teucro "desde que era pequeño" y siempre lo recuerda con valores como "la constancia, la humildad y el trabajo que hoy siguen vigentes y son el camino".

El entrenador pontevedrés sacó su faceta más motivadora para arengar a las masas y recordar que el día del descenso la afición despidió al equipo "con un aplauso de esos que no se olvidan", como la "ovación en el descanso contra el Barcelona B, cuando el equipo perdía de cuatro" porque esa fuerza que le otorgó la gente al equipo fue "clave" para remontar y lograr el ascenso.

Por último, el presidente, Carlos García-Alén, miró hacia el futuro y admitió que "el Teucro necesita a su gente para mantenerse en Asobal" y pretende alcanzar los 2.000 socios, por lo que será "muy necesaria" la implicación de todos y "el boca a boca". Tras los discursos llegó la celebración, con la entrega de la copa de campeones por parte del alcalde y la vuelta de honor para rendir tributo a una afición feliz. El teucrismo sonríe casi sin querer.