El Celta mantiene su idea de que las máquinas entren en Mos durante el próximo verano para comenzar las obras de la nueva ciudad deportiva, cuya definitivo proyecto saldrá de las tres propuestas que el club presentó ayer y que, en palabras de Carlos Cao, director de Área de Negocio, cumplen de forma escrupulosa con la filosofía y los objetivos que se habían marcado cuando el proceso se puso en marcha.

Los despachos de Fraga, Quijada y Portolés, Irisarri-Piñera y Alfonso Penela, las tres firmas invitadas por el club, aspiran a quedarse con el proyecto definitivo cuyo definitivo ganador se conocerá dentro de unos veinte días. Es el plazo máximo que se concede el Celta para terminar la fase de estudio que ya arrancó hace semanas y encargar a uno de los tres el proyecto definitivo de los 224.813 metros cuadrados de la futura ciudad deportiva y con el que acudirán en busca de la necesaria licencia para comenzar las obras en verano. El club no se mueve de su idea que a comienzos de 2019 el Celta traslade a la nueva instalación su estructura profesional, es decir, el primer equipo y el conjunto filial. Para ello, deberá tener preparados sus dos campos de entrenamientos de hierba natural y las dependencias necesarias para que puedan trabajar con normalidad.

Esta será la primera fase de una obra que se contempla en tres etapas. En la segunda entrarían los campos de entrenamiento, las instalaciones para la cantera y otras dotaciones tales como el spa o la piscina cubierta y para la tercera fase y última se reserva la construcción del estadio para el Celta B y el pabellón multifuncional.

Carlos Cao elogió el trabajo de los tres despachos de arquitectura cuyos diseños cumplen con las necesidades del club en materias como la flexibilidad, la integración en el paisaje, la eficiencia energética o el respeto al medio ambiente, pero también en las dotaciones que se reclamaban cuando se les convocó (10 campos de fútbol, zona de tecnificación, vestuarios, oficinas, sede de la Universidad del Deporte, zona de restauración, lavandería, gimnasios, spa, piscina, estadio para el Celta B y pabellón). El director de Área Negocio insistió en que el club no tendrá problema para comenzar las obras a comienzos del próximo verano y desarrollar la primera fase de la ciudad deportiva. Y que a partir de ese momento podrá iniciar los trámites para conseguir la aprobación de la modificación del plan general que sí se necesita para el resto de la obra. El club desligó por completo el trabajo en la futura ciudad deportiva, de cuyos terrenos ya disponen tras el acuerdo con los comuneros de Pereiras, con el desarrollo de la zona contigua en la que se prevé levantar un centro comercial. "Son cuestiones independientes", insistió Cao quien en este sentido desveló que se mantienen las conversaciones con los comuneros de Tameiga para conseguir la superficie necesaria para completar el proyecto.

El club no ha especificado el coste que puede tener levantar la nueva instalación, una cifra que habría que añadir a los cuarenta millones que costará dotar de infraestructuras y servicios la ciudad deportiva y que correrán a cargo de la entidad viguesa. En las propuestas presentadas al club los arquitectos han añadido cifras orientativas que son las que el Celta está analizando antes de tomar una decisión sobre cuál de las tres obras llevará a cabo. El aprovechamiento de la instalación será también un asunto importante a la hora de inclinarse por una de las propuestas.

Sobre la capacidad del estadio del Celta B, Carlos Cao explicó que los tres anteproyectos han trabajado sobre un aforo de 4.000 espectadores pero que desde el club se les había pedido "flexibilidad" para poder elevar la capacidad de un recinto que en principio aprovechará la diferencia de cotas de la zona y dejará alguno de los laterales sin grada. Preguntado por la posibilidad de que en un futuro pudiese convertirse en el estadio del Celta, el director de Área de Negocio simplemente dijo que desconocía lo que pudiera suceder en un futuro.

Este despacho vigués llega acompañado de PGI-Engireering de Cataluña y Cartel Ingeniería, que han trabajado en la ampliación de la ciudad deportiva del Barcelona, el Mini Estadi, el estadio del Espanyol o la ampliación de una de las fases de la ciudad deportiva del Real Madrid. Conciben la ciudad deportiva como "un nido". Según sus autores el proyecto "está comprometido con la huella ecológica. Por su ubicación en la cima del paisaje gallego minimizar la huella significa concentrar lo más posible la edificación en vez de dispersarla". En la idea del proyecto se trabaja en dos referencias de cobijo: la más remota, el castro celta, y la más contemporánea, el Apple Campus 2 de Norman Foster. La forma de círculo la adopta el edificio central de la ciudad deportiva (donde se ubicarían muchos servicios que no son propiamente deportivos) y el pabellón deportivo. El estadio del filial tendría tres gradas.

A Penela le acompañan MC2 Estudio de Ingeniería de Madrid, Quicler-López Ingenieros y Calderón & Asociados, que han trabajado en obras como el Madrid Arena, el Wanda Metropolitano o el Palau Sant Jordi. Este arquitecto plantea "construir vacíos elegantes en el bosque para disfrutar del deporte". Tendrán forma ancestral y las áreas se delimitarán por los árboles. El círculo principal será el de la ciudad deportiva en la que los campos se agruparán de forma compacta. El edificio central, en forma de hojas, permitirá solucionar la diferencia de cotas y el uso de cada área deportiva. Los vacíos entre los planos de los campos permite ubicar el pabellón multideportivo. Un segundo círculo albergará el estadio, mimetizado en el entorno, de una sola grada, y encajado en la topografía del terreno. Y otros círculos permitirán ocuparse en otro tipo de actividades.