Los padres volvieron a protagonizar durante el fin de semana imágenes lamentables para el fútbol base gallego. Como se explicaba en FARO DE VIGO el domingo, mostrando incluso un vídeo en el que se apreciaba claramente esta situación, algunos progenitores hicieron gala de una amenazante actitud, con insultos constantes hacia el árbitro de uno de los partidos disputados. Lo sucedido en el choque entre el Juventud de Cambados y el Rápido de Bahía es solo un ejemplo. Y lo que tuvo que soportar Óscar Santiago Blanco, el colegiado, es una prueba más de lo mucho que hay que corregir en el mundo del fútbol, pues aunque este tipo de cosas sucedan todos los fines de semana, y en todas las categorías, resulta más preocupante cuando estos hechos tienen lugar en presencia de niños y adolescentes. Al término del encuentro la víctima de los ataques del sábado, afortunadamente en esta ocasión solo verbales, se mostraba tan indignado como decepcionado y preocupado. Se sentía impotente al comprobar, una vez más, que hay personas que ni siquiera en los partidos entre niños son capaces de mostrar respeto y educación. Ya en el vestuario, antes de rellenar el acta del partido y ducharse, pero aún visiblemente afectado, y casi con ganas de llorar por lo que había tenido que presenciar y soportar, el árbitro quiso explicar a FARO lo sucedido.

-¿Cómo se siente después del partido?

-Indignado y avergonzado por todo lo que está pasando en los campos de fútbol. Es increíble que algunos padres hagan esto en los terrenos de juego y se dediquen a amenazar e insultar continuamente, tanto a los árbitros como, en ocasiones, a los jugadores rivales.

-Siempre es difícil arbitrar, pero hacerlo con esta presión tiene que resultar insoportable...

-Mucho. Puedo decir que soy bombero de profesión y a veces siento más miedo arbitrando un partido de fútbol que acudiendo a un accidente para socorrer a los heridos. Es vergonzoso lo que está pasando.

-Y eso que usted ya es un hombre con una edad que, en cierto modo, puede imponer más respeto. No es uno de esos adolescentes que sueñan con ser árbitros profesionales a los que algunos no toman en serio porque los consideran demasiado jóvenes.

-Pero a algunos padres les da igual insultar al árbitro que sea, tenga la edad que tenga. Lo que sucede es que hay niños que empiezan en esto y que con 15 o 16 años no pueden soportar la presión cuando reciben todo tipo de descalificaciones. Algunos lo dejan y otros se van llorando a casa y tienen que armarse de valor para volver a arbitrar el fin de semana siguiente. ¡Por eso cada vez hay menos jóvenes que quieran ser árbitros!

-Parece que eso de insultar al árbitro se ha convertido en una costumbre... Hay quien lo considera incluso algo propio del fútbol que, en cierto modo, debe tolerarse y se acepta socialmente...

-Se acepta cada vez menos, afortunadamente. Desde luego no puede consentirse que esto suceda en el fútbol, y mucho menos en partidos del fútbol base. Aquí, ni los árbitros ni los padres venimos a que se peguen los jugadores ni a presionar a los niños. Por lo que a nuestra parte de responsabilidad respecta, como árbitros, tratamos de educarlos, inculcarles valores deportivos, animamos a los jugadores de los dos equipos a que se den la mano cordialmente, paramos el encuentro si hay un niño tendido, aunque tengamos que impedir una jugada de gol... Tratamos de que impere la deportividad, pero eso algunos padres no lo ven.

-¿Y qué hay que hacer para cambiar esto?

-Pues no es cosa mía decidirlo, pero desde luego esto se tiene que erradicar de alguna forma. Así como nos dan cursos sobre normas a nosotros, los árbitros, quizás tendrían que dárselos también a algunos padres, pero de educación.

-Lo cierto es que lo ocurrió el sábado en Cambados fue realmente vergonzoso y humillante. Algunos padres le gritaban desde la grada y le decían "burro", "hijo de p.", "eres muy malo", "no tienes ni puta idea" y otras barbaridades. Incluso le preguntaban su nombre y lo retaban sin cesar. Una mujer llegó a invadir el campo con el pitido final para increparlo. ¿Qué hay que hacer ante esto y por qué sucedió?

-Solo cabe esperar y confiar en que la sociedad cambie. Sucedió porque había demasiada tensión. Los niños del Bahía iban perdiendo 2-1 y los padres presionaban para que trataran de empatar el partido y los jugadores si les pitabas una falta protestaban y me decían "vete a mamarla", "¿a qué vienes aquí?", "¿qué estás pitando?" y cosas semejantes.

-¿De ahí que usted amonestara con siete tarjetas amarillas a los jugadores del Rápido de Bahía? ¿Y seguro que se guardó alguna roja porque eran niños.

-Efectivamente. Los amonesté porque, por encima de todo, lo que les pido es respeto. No puedo permitir esas faltas de respeto y tengo que cortarlo de alguna forma, de ahí que sacara las tarjetas.

-¿Qué diría usted a esos padres que van a ver a sus hijos y convierten un partido de fútbol en un esperpento?

-Me parece denigrante que vayan a forzar a sus hijos a los campos y a insultar al árbitro e incluso a niños del equipo contrario. Algunos piensan que tienen un jugador muy grande sin darse cuenta de que lo que tienen son niños. Creo que todos debemos reflexionar y pensar que a estos jóvenes tenemos que animarlos a que se diviertan jugando y tratar de educarlos en el respeto, el compañerismo y todos los valores que encierra el deporte.