La llegada de Nacho sirvió para reactivar al Alondras, que en aquel momento estaba en situación de descenso y con 29 puntos. Con su llegada los rojiblancos encadenaron por primera vez tres triunfos consecutivos -Arosa, Órdenes y Villalonga-, pero luego llegó una de las fases más complicadas. Primero una derrota, que entraba dentro de lo previsible en el campo del Rápido de Bouzas, y luego un 0-2 en O Morrazo ante un Choco que también estaba en la lucha por la permanencia.

Los cangueses volvieron a engancharse a la vida arrancando un empate en su visita al Cerceda, uno de los clasificados para la fase de ascenso. Luego llegaron otros dos empates que dejaron una sensación agridulce en la plantilla rojiblanca: 2-2 en casa ante el Negreira y 2-2 en la visita al Barbadás. Dos encuentros en los que los cangueses fueron mejores y los tenían controlados, pero en los que al final se le escaparon dos puntos. En aquel momento Nacho ya lo advertía: "Nos hará falta algo más que ganar al Ribadumia y al Céltiga" [sus rivales directos]. Ese algo más llegó en el encuentro en O Morrazo ante el Deportivo B, líder de la categoría. "Fue el empate y como lo conseguimos. No pusimos el autobús ni nos colgamos del larguero: fuimos superiores, creamos ocasiones y nos anularon por fuera de juego un gol legal de Andrés", subrayan desde la directiva. A ese empate le siguió la trascendental victoria en Ribadumia. "Fue la clave: fuimos muy superiores en el primer tiempo, pero nos fuimos al descanso con solo un 0-1 y en la segunda parte tocó sufrir", recuerdan.