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fútbol - Primera Autonómica

Duelo fratricida en los banquillos

Rafa y Miguel Villaverde se miden por vez primera como técnicos de Beluso y Domaio

Rafa y Miguel Villaverde, ayer en Moaña. // Gonzalo Núñez

El duelo de mañana entre el Beluso y el Domaio ofrecerá mucho más que un derbi entre el líder de la Primera Autonómica y el penúltimo clasificado. El a priori desigual choque tendrá el morbo añadido de suponer el enfrentamiento entre los hermanos Rafa y Miguel Villaverde, entrenadores respectivamente de buenenses y moañeses. Será la primera vez que ambos midan fuerzas desde los banquillos después de una trayectoria prolífica en el caso del segundo y menos larga por lógicas cuestiones de edad del primero.

Compartiendo lugar de trabajo, los piques podrían ser lógicos, pero Rafa Villaverde se encarga de desmentirlo. "No hay nada diferente. Es un partido normal y durante la semana cada uno está pendiente del trabajo y no de otras cosas", señala. "Ahora mismo, en la situación en la que estamos, no tiene nada de especial jugar contra él. Sería diferente si estuviésemos mejor posicionados en la tabla", afirma Miguel. Y es que la necesidad de los puntos del Domaio es evidente, tras una racha de una sola victoria en once partidos y de que el moañés se hiciese cargo del equipo hace dos jornadas. "Tenemos que ganar. Algún día hay que reaccionar", afirma, antes de que Rafa salga al quite para apuntar que "nosotros también tendremos que perder algún día".

Las trayectorias de ambas escuadras son diametralmente opuestas. Si los moañeses están en crisis, en Beluso todo es positividad, con ocho victorias y tres empates que permiten al conjunto buenense encabezar la clasificación. "Estoy contento. Más que ir ganando o perdiendo, lo importante es que tenemos a 20 jugadores enchufados", afirma Rafa Villaverde. Y esa puede ser la clave ante las dificultades de encontrar otra. "No hay una fórmula. Solo puedo decir que tenemos un buen ambiente, un buen grupo y mucho trabajo", asegura. De esa profundidad de banquillo habla que los equipos que jugaron ante Gran Peña hace tres semanas y la semana pasada ante el San Miguel diferían en seis futbolistas. "Esto es largo y la Liga se decide en el último tercio. Si ganamos 20 partidos no hay que ver lo que hagan los rivales", dice.

La preocupación de su hermano Miguel es más inmediata. De los 18 jugadores en plantilla solamente disponía a día de ayer de 14. "Es una situación complicada, pero tenemos que ir tirando con lo que hay para salir de la zona baja", dice, antes de anticipar que, a pesar de lo que diga la clasificación, "será un encuentro igualado. Y seguro que no será fácil para ninguno de los dos equipos". Será un cara a cara en los banquillos sin el componente emocional por la necesidad de los puntos, pero también una nueva experiencia para ambos. Y es que Rafa Villaverde ya estuvo bajo las órdenes de su hermano como futbolista en tres equipos: en los juveniles del Moaña, en el Bueu de Primera Autonómica y en el propio Moaña senior. Ahora sabrán lo que es estar en bandos opuestos.

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