La victoria del Embutidos Lalinense ante el Cañiza no ha servido a los rojinegros para acercarse a Porriño y Xiria en la clasificación pero ha sido tremendamente valiosa para alejar los fantasmas que habían despertado las últimas dos derrotas consecutivas. El equipo dezano abandonó ayer el Lalín Arena con la sensación de haber logrado lo que debía lograr y de haberlo hecho con la solvencia de la que carecieron sus rivales en la parte alta para ganar sus encuentros de la jornada. La sombra que los acompaña en su caminar surge de los momentos de dudas que dejaron ante la Cañiza, fallos achacables al nerviosismo que siempre produce la cercanía del abismo.

Ambos equipos firmaron una primera parte de respeto y sin un dominador claro. Los rojinegros fueron sin embargo encontrando buenas sensaciones en el tramo final del primer asalto. Un parcial de 10-4 en los últimos quince minutos les permitió marcharse al descanso con una renta a su favor de seis goles que parecía dejar el partido encarrilado.

Los problemas sin embargo comenzaron a aparecer en la segunda parte. Las numerosas exclusiones y las dudas en momentos puntuales enturbiaban fases de buen juego para permitir a los visitantes meterse en el partido. Un nuevo apretón en los últimos diez minutos permitió a los dezanos sentenciar el choque anticipadamente.

"Lo positivo es que sacamos el partido adelante e hicimos nuestro trabajo. Debo decir que me gustó mucho como resolvimos el partido. A Xiria y Novás les costó mucho ganar sus partidos. Nosotros solventamos nuestra papeleta mejor que ellos", afirmó Milucho. "Estos partidos tras dos derrotas suelen ser así. Las dudas son normales pero hicimos cosas muy buenas. La pena fueron esas exclusiones y dudas que permitieron al Cañiza acercarse".